Este jueves 20 de agosto se realizó la tercera gran manifestación sindical del año con una masiva participación que demostró que la fuerza y disposición de lucha de los trabajadores estatales sigue intacta.
En menos de un mes hemos presenciado dos grandes manifestaciones encabezadas por el Bloque Patria Justa (ANEP-FIT-Rerum Novarum) el pasado 27 de julio y esta última impulsada por el Bloque Unitario Sindical y Social (ANDE-UNDECA-APSE-SINDEU); ambas tuvieron como telón de fondo la ofensiva contra los salarios del sector público y se dirigieron a la Asamblea Legislativa, sin hacer alusión directa a la administración Solís Rivera o a los ataques que se impulsan desde Casa Presidencial.
Las bases presionan por la lucha y las dirigencias siguen confiando en la concertación
Ambas movilizaciones fueron producto de la presión que ejercen las bases de las distintas organizaciones sindicales, que ante la embestida contra sus salarios presionan por salir a movilizarse. A contra mano de este clamor de lucha, las dirigencias de ambos bloques (Patria Justa y BUSSCO) siguen manteniendo esperanzas en un acuerdo con el gobierno para “enfrentar al bloque de derecha en la Asamblea”. Por esto las dirigencias se han negado a enfrentar directamente a Solís y marchar hacia la Casa Presidencial.
Ninguna parece aceptar el hecho que la política de concertación ya fue desechada por el gobierno, quien más bien busca un acuerdo con las distintas fuerzas políticas de oposición en el parlamento, tratando de saldar nuevas alianzas con políticos neoliberales.
Son clara las intenciones del gobierno, expresadas en la reciente reunión de Solís con Oscar Arias y la ya anunciada cita con Laura Chinchilla. Estos encuentros llevan el propósito de consensuar una agenda que combinaría impuestazos como el IVA, miserables ajustes salariales como el más reciente 0,08% para sector público, ataques a las convenciones colectivas, recortes en el pago de anualidades o la propuesta de congelar el crecimiento de los recursos a las universidades públicas y condicionar esos recursos a nuevos impuestos.
A pesar de sostener su “plan de concertación” las dirigencias sindicales se han visto obligadas a convocar manifestaciones como las de este jueves, debido a la gran presión que ejercen sus bases.
En algunas organizaciones como la APSE hemos visto a las propias bases rebasando a la dirección e imponiendo la participación en las distintas marchas realizadas en lo que va del año. Un fenómeno relativamente nuevo de “rebelión por la base” que amenaza los deseos de concertación de las dirigencias.
Mientras el gobierno clarifica y consensua su agenda de ataques con las fracciones empresariales, los sindicatos siguen sin levantar medidas como impuestos a los empresarios para financiar la salud y la educación, el no pago de la deuda que consume el presupuesto, la cárcel y embargo para los evasores fiscales o el fin de las exoneraciones a las zonas francas.
Contra el modelo neoliberal pero sin exigencias concretas al gobierno
La consigna de la última marcha fue un llamado por la justicia social y contra el modelo neoliberal, pero sin hacer exigencias concretas a Solís. La reciente imposición del 0,08% de ajuste salarial para el sector público no estuvo en el centro de las consignas, ya que las direcciones renunciaron a exigir a Solís un verdadero ajuste salarial.
En los comunicados de la marcha se denuncia al Fondo Monetario o a los neoliberales en la Asamblea, pero se omite cualquier referencia al gobierno y sus medidas que garantizan la aplicación del programa neoliberal. No hay exigencias por un verdadero ajuste salarial ni para que se detengan los ataques a las convenciones, tampoco hay un repudio claro a los paquetes de impuestos regresivos que se impulsan desde Casa Presidencial.
En síntesis, una resistencia a medias a los ataques y una ausencia de plan alternativo de los sindicatos para encarar la crisis y la política patronal y del gobierno de trasladar los costos al pueblo.
La unidad con el sector privado sigue siendo un desafío
Gran parte de la clase trabajadora de la empresa privada ha comprado la campaña para responsabilizar a los empleados públicos por el déficit fiscal y la crisis del presupuesto y las instituciones. Los empresarios pretenden dividir a la clase entre lo que llaman “privilegiados” y no privilegiados, cuando la única división real es entre trabajadores y patronos que solo buscan aumentar sus ganancias.
Debemos impulsar consignas y propuestas de unidad con el sector privado para poder hacer frente a la ofensiva ideológica de los empresarios y el gobierno, como la lucha salarial unificada por aumento salarial digno para empleados públicos y privados, mayores impuestos a los ricos para resolver problemas como las listas de espera en la CCSS o la falta de inversión en educación. También la oposición a los impuestos como el IVA que encarecen el costo de la vida.
Es necesario levantar una campaña de denuncia contra los grandes privilegios y ganancias de los empresarios, conseguidas a costillas de la gran explotación laboral y la dictadura impuesta en el sector privado.
Debemos pasar también al terreno de la organización unitaria, con medidas como asambleas conjuntas de usuarios y trabajadores para luchar por planes de inversión que mejoren los servicios. Solo junto a la clase trabajadora del sector privado podremos defender las conquistas que aún quedan y avanzar hacia nuevos triunfos.
Preparar la huelga unificada enfrentando al gobierno con un programa independiente
Si bien estas marchas han tenido un carácter masivo hace falta avanzar hacia un plan de lucha claro por la huelga general indefinida de todos los trabajadores del sector público. El camino de la movilización unificada es el único que nos puede traer victorias, la actual estrategia de concertación con el gobierno promovida por el Frente Amplio nos acarreara derrotas seguras.
Desde el Bloque Sindical y sus organizaciones más representativas se debe hacer un llamado a todo el movimiento sindical, incluido el Bloque Patria Justa, y al Frente Amplio a no confiar en el gobierno de Solís. Debemos levantar el plan que hace falta, el plan de los trabajadores para que sean los ricos los que paguen por la crisis.