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Caso Los Ajenos: No más cultura de la violación en Costa Rica

El pasado 24 de Junio trascendió la noticia de que el guitarrista del grupo Los Ajenos, Gerardo Porras Montagne, de 30 años de edad, hijo del gerente de Bancrédito, fue condenado por tener relaciones sexuales con una muchacha que tenía 14 años en el momento de los hechos. Si bien la noticia tiene ya algunos días, nos parece que el hecho y las reacciones que ha suscitado ameritan abrir una discusión al respecto.
Culpabilización de la mujer
A raíz de la noticia, en las redes sociales se han publicado comentarios que acusan a la chica de haber seducido a Gerardo. En varias páginas de internet se ha dado a entender que como hay menores con vida sexual activa, ellas son culpables de la violencia sexual que sufren. Eximiendo de toda culpa a los hombres, a menudo significativamente mayores, que abusan de ellas. Cuando más bien el abuso sexual y la violación son en muchos casos la forma en que inician su temprana vida sexual las muchachas. Se reproduce un discurso escandalosamente machista de culpabilizar a las mujeres por la violencia sexual que experimentan.
Otro sector de la opinión pública se ha centrado en el hecho de que la denunciante era menor de edad en el momento de los hechos y sobre si deben prohibirse las relaciones sexuales de adultos con menores. Nos parece que la protección de las y los menores de edad de todo abuso es un tema prioritario que debe abordarse con la mayor seriedad. Sobre todo en el marco de cualquier tipo de educación pública o particular, como en este caso, ya que el docente tiene una posición de poder que requiere de una responsabilidad acorde.
Sin embargo, no debe invisibilizarse el hecho de que este no es un caso de una relación amorosa entre un adulto y una menor. La adolescente afirmó en todo momento que fue violada por lo que el tema del consenso no está en duda. Nos parece fundamental partir del relato de la denunciante quien expone claramente por qué denunciar un caso de violación es un tortuoso proceso al que se expone solamente por deseo de algún tipo de justicia.
En palabras de la misma Ivania:
Un menor de edad que pone una denuncia, no tiene NADA que ganar, no puede pedir dinero, en mi caso el sujeto fue lo primero que hizo y el mismo juez le dijo que eso no se podía hacer, un menor de edad que pone una denuncia sólo se expone a tener que ir a medicatura, psicología y psiquiatría forense; a que le recuerden todo una y otra vez, un menor de edad solo gana vergüenza al ser juzgado por el mundo entero, o tener que estar repitiendo cosas tan vergonzosas.» 
Yo de verdad que seguí todo el proceso simplemente porque quise crear un precedente, para todos aquellos que deben pasar por lo mismo” (Publicación en Facebook del 24 de Junio)
El papel del Estado en el proceso es lamentable. De hecho Ivania denunció en una entrevista de crhoy.com que el único apoyo que recibió de parte del Estado fue una cita con una trabajadora social que le recomendó evitar andar sola por lugares oscuros para evitar otra agresión. Notorio el mensaje machista de que si una mujer es abusada es a causa de sus acciones. Obviando además el hecho de que este caso no se da en un lugar oscuro por parte de un extraño sino que fue una persona de confianza y autoridad: su profesor de guitarra, en un aula.
Cultura de la violación
La reacción a este caso lo que ha hecho es evidenciar la cultura de la violación en Costa Rica. Una cultura que exime a los hombres de toda culpa cuando abusan de las mujeres y las a ellas culpabiliza por la violencia sexual sufrida. Es parte de esta cultura de la violación la reciente película cristiana “Toque de lo alto” y las instituciones desde religiosas hasta deportivas que la han respaldado. Donde una menor es abusada por su abuelo, por eso es lesbiana (en una reproducción de un mito lesbofóbico) y luego se “reforma” y perdona a su abusador.
Son parte de esta cultura los diputados que usan su curul para reproducir discursos misóginos como el de Justo Orozco, denunciado por varias mujeres por violencia sexual. Como Óscar López cuando afirmó que hay una “delgada línea entre el consentimiento y la violación”.
También son parte de la cultura de la violación los mensajes machistas, para nada inofensivos, reproducidos en los medios de comunicación. Como las canciones machistas del grupo Los Ajenos, divulgadas en televisión, radio y eventos públicos. Un grupo cuyos espectáculos incluyen corear en concierto insultos misóginos como “Perra” o “Puta”. Si bien Los Ajenos comunicó recientemente que separaron a Gerardo del grupo, lo encubrieron y dejaron tocar durante los años que duró el juicio en múltiples conciertos, incluyendo gran cantidad en colegios. Además, en ninguna parte de su comunicado se pronuncian contra la violencia machista ni el abuso sexual.
Un Estado burgués que protege a los hombres poderosos que abusan
El Estado no ofrece el acompañamiento debido a las denuncias por violación, que permite que este tipo de juicios se prolongue aunque eso dificulte el proceso. El sistema judicial protege a los hombres de círculos de poder (en este caso un artista reconocido a nivel nacional cuyo padre es banquero) y les exime de penas de cárcel. Mientras que otros cumplen largas condenas por atentar contra la propiedad privada al robar picaritas, atunes o celulares.
Este tipo de casos no hace más que evidenciar cómo la justicia funciona de manera desigual, en este caso protegiendo al famoso artista. Si bien el Ministerio Público solicitó una pena de 23 años de prisión por dos delitos de abuso sexual y dos de violación, se le condena a una cantidad de tiempo de la mitad a la establecida por el delito por el cual se le condenó de forma tal que no deba ir a la cárcel. Es lamentable la similitud con el caso de violación en Stanford que trascendió hace algunas semanas, donde a un joven universitario blanco condenado se le otorgó justo la cantidad de tiempo en prisión que le permitía no tener que pasar el tiempo en la cárcel “porque el impacto sería muy fuerte sobre él”.
La legalidad burguesa defiende la propiedad privada y a los hombres poderosos contra el resto de la población. Y son en última instancia las mujeres de clase trabajadora las más vulnerables a los abusos ya que además de su condición de mujeres que las expone a alto riesgo de violencia machista, su condición de clase implica un dificilísimo acceso a la justicia.
¡Fin a la cultura de la violación!
¡Castigo a los violadores y protección para las mujeres!
¡Combate sin tregua al machismo!
 
Secretaría de la Mujer- Partido de los Trabajadores

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