Este 05 de febrero, el Semanario Universidad hizo público el caso de una denuncia de violación contra el expresidente Oscar Arias, dando paso a que ese mismo día, otras dos periodistas denunciaran situaciones similares. Esto ha tenido una gran intervención mediática al ser una figura pública con gran poder político y económico no solo en el país sino en toda la región. Su autoridad política, para implantar los planes del imperialismo en la región, lo hicieron merecedor del Premio Nóbel de la Paz en el año 1987, por su intervención en los procesos de paz en Centroamérica. Asimismo, ha sido central en otros proyectos y planes que impulsó durante sus mandatos presidenciales en los periodos 1987-1990 y 2006-2010, período en el que fue presidente después de una maniobra legal de la Sala Constitucional que autorizó su reelección, lo cual fue una jugada política de la burguesía para garantizar la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
No podemos obviar quien es el acusado. Arias ha dicho a la prensa que rechaza categóricamente las acusaciones que se le hacen y que ejercerá su defensa ante los tribunales. No tenemos duda de que así lo hará porque está acostumbrado a lidiar con la “justicia” y salir bien librado de ello. Actualmente se le imputa por haber impulsado ilegalmente el proyecto Crucitas, al haber declarado de interés público y conveniencia nacional el proyecto minero y se encuentra en las audiencias preliminares por este caso.
Recordemos como también este sistema judicial lo favoreció cuando la Sala Constitucional le permitió su reelección en el año 2006, al emitir un voto en esa línea a pesar de que la Constitución Política expresamente prohíbe la reelección.
“La política hoy día es una conspiración de insinuaciones” decía Arias en una de sus columnas del mes pasado. Durante su segundo mandato, estuvo envuelto en el polémico Memorando del miedo, en el que se proponían acciones ilegales e intimidatorias así como el uso de recursos públicos para crear presión para la aprobación del Tratado de Libre Comercio. A pesar de la polémica que se generó, nunca hubo ningún tipo de sanción por esto.
Y es que empresarios poderosos como Arias, están acostumbrados a que se les cuestione y se les acuse, pero su poder económico les permite también encontrar portillos y el apoyo mediático para escabullirse y limpiar su imagen.
Por eso, aunque hay que reconocer la importancia de que la denuncia judicial haya sido puesta, porque nos permite visibilizar los casos que existen, hay que advertir también que el sistema judicial, como cualquier otra institución del Estado, responde a intereses económicos al servicio de la burguesía y de sectores privilegiados. Óscar Arias va a usar todos sus poderes para intentar salir airoso y seguramente encontrará aliados en el Sistema de Justicia.
La única forma en que podemos garantizar que esta denuncia no muera dentro de unos días es con la movilización permanente. Creemos que debemos acompañar las denuncias en el ámbito judicial con la denuncia política. Es importante salir a la calle a demostrar solidaridad con las denunciadas y darle fuerzas a todas las mujeres que aún están calladas. No podemos dejar esta lucha solo en manos de la justicia.
La dificultad de denunciar
Las gravísimas acusaciones, se refieren a hechos ocurridos en los años de 1986, 1998 y 2014, pero más allá de centrarse en la gravedad de los hechos, las redes sociales se inundaron con mensajes que colocan el centro de la discusión sobre las denunciantes: “¿Por qué no denunció antes? ¿Porque siendo adulta no gritó o lo agredió? ¿Porque sale hasta ahora?”
En los últimos meses, han surgido numerosas denuncias de este tipo, donde la víctima decide exponer el caso meses o años después de lo ocurrido. Esto no le quita veracidad a las denuncias, las cuales están saliendo a la luz por la fuerza que han tomado las luchas de las mujeres, que impulsa a otras a seguir su ejemplo y levantar la voz. Todas las denunciantes señalan que la decisión de hacer públicas las denuncias se debe a que ahora existe un contexto de apoyo luego de que otras mujeres en el mundo hicieron denuncias similares y fueron atendidas.
Denunciar un abuso sexual o una violación no es un proceso fácil. Implica enfrentarse no solo al agresor sino también ser juzgada y expuesta públicamente. Por eso es normal que en estos procesos exista un miedo que nos paraliza, especialmente si el agresor tiene un alto poder económico y político que parece garantizarle cierta inmunidad.
Rodear de solidaridad y fuerza las denuncias contra la violencia
Nos alegramos de que estas denuncias estén adquiriendo gran cobertura y también desearíamos que todas las denuncias tuvieran esta fuerza y visibilidad. Miles de mujeres sufren diariamente de las agresiones, la violencia y el maltrato, privadas de medios económicos, sin contar con apoyo familiar ni estatal. Si ya de por sí una denuncia como esta es difícil de enfrentar, lo es aún más para las mujeres pobres, que no cuentan con recursos para defenderse, y por eso al sentirse solas y sin recursos, optan por callar.
Por eso tenemos que aprovechar este momento para recordar que para seguir denunciando y combatiendo el machismo, las mujeres necesitamos de acceso a trabajo, educación y vivienda; así como acceso a servicios de atención jurídica, médica y psicológica. Y que todo esto requiere de la inversión de mayores recursos del Estado, para que se nos garantice una vida plena, que nos permita sentirnos en la libertad de denunciar las situaciones de agresión sin ser coercionadas por la falta de recursos económicos o por la presión que ejerce el poder político.
Salgamos a hacer las medidas de presión, para que no queden impunes esos grandes empresarios.
¡Qué caigan todos los violadores, qué caigan los explotadores!