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El Frente Amplio embellece la política de Carlos Alvarado hacia Venezuela

En menos de año y medio Carlos Alvarado ha logrado el dudoso honor de ser el gobierno más oligárquico, que más ha beneficiado a los ricos y más atacado a los empobrecidos, pero no solo tiene ese “mérito”, también es el gobierno más pro imperialista.
En ese sentido sigue una deplorable tradición. La política exterior de la oligarquía tica ha sido tradicionalmente la de una semi colonia yanqui, ha apoyado desde muy temprano los intereses del imperialismo y el expansionismo yanqui.
Historia de una semi colonia.
El gobierno de Otilio Ulate, apoyó en 1951 la guerra de Corea[1], el gobierno de José Figueres Ferrer fue clave en la agresión contra la revolución cubana, muchas de las agresiones fueron fraguadas por emigrados cubanos en Costa Rica que operaban libremente para agredir al primer Estado Libre de América[2].
Policías costarricenses participaron en la invasión a Santo Domingo en 1965[3], pese a declaración de neutralidad perpetua de Luis Alberto Monge en 1984, el suelo costarricense fue sistemáticamente usado como una plataforma de agresión contra la revolución nicaragüense.
En el 2003 el gobierno de Abel Pacheco fue parte de la coalición internacional montada con mentiras por G.W. Bush para agredir a Irak, en una guerra catastrófica. La Sala IV tuvo que enmendarle la plana al gobierno en septiembre de 2004.
EL PAC: De rodillas frente a los yanquis.
Carlos Alvarado y su canciller Manuel Ventura han seguido la política exterior abyecta de la oligarquía costarricense. Más abyecta aun cuando el gobernante estadounidense es el ultraderechista Donald Trump.
El gobierno de Carlos Alvarado ha mantenido una política de relaciones con los Estados Unidos y ha aumentado la participación de Costa Rica en el engranaje de seguridad del imperialismo yanqui. Esta política viene siendo articulada desde el año 2016, bajo el gobierno de Luis Guillermo Solís.
En una muy detallada nota publicada por el embajada estadounidense en Costa Rica, se señala que el gobierno Obama-Biden se comprometía a dotar al gobierno del PAC de, entre otras cosas: “1) Dos embarcaciones patrulleras de 110 pies cuya base de operaciones estará en el Pacífico. Esta es la mayor inversión del Gobierno de Estados Unidos (valoradas entre $25 y $30 millones) para la seguridad de Costa Rica en el largo plazo. Incluye extensa capacitación para la tripulación de Guardacostas de Costa Rica y un paquete de mantenimiento de dos años para las embarcaciones. Llegan a Costa Rica en el segundo semestre del 2017. 2) Una donación de dos aviones de carga C-145 ($20 – $25 millones). (…) 3)  Intercambio continúo de información cuyo resultado ha sido grandes incautaciones marítimas de drogas. 4) Estación de guardacostas y muelle en Golfito. 5) Remodelación del avión King Air ($1 millón) de Vigilancia Aérea. 6) Equipo para fortalecer la capacidad de Vigilancia Aérea de realizar operativos marítimos antinarcóticos durante 24 las horas del día junto con Guardacostas. 7) Construcción de un hangar y centro de operaciones para Vigilancia Aérea en Coto 47, Ciudad Neily.  8)  Construcción del puesto de control Kilómetro 35, clave por su cercanía con la frontera sur con Panamá.9) Equipo biométrico para la identificación de migrantes indocumentados en el campo. Equipo y capacitación de la Policía de Fronteras para sus brigadas de inspección móvil.”
Como se ve la política de Solís-Alvarado ha sido básicamente ser guardafronteras de los Estados Unidos y un engranaje en la “lucha contra el narcotráfico”.
Esta posición se radicalizó bajo el gobierno de Carlos Alvarado, en un texto del portal de Casa Presidencial se informa que: “Estados Unidos aumenta en un 33% cooperación en seguridad para Costa Rica” esta “donación” fue apoyada por los dos partidos (Demócrata y Republicano) y refrendada por Donald Trump. El montó alcanza los 40,7 millones de dólares.
Como parte de estas “relaciones” el gobierno de Alvarado recibió el 8 de Marzo de 2019 el “regalo” de cuatro helicópteros de guerra Bell UH-1, utilizados por el ejército yanqui en Irak y Vietnam. Los helicópteros vienen inscritos en un programa de cooperación que incluye 20 expertos en aviación, que se mantendrán en el país, más el mantenimiento que corre por parte del ejército gringo, se estima que todo el programa costaría 48 millones de dólares, incluyendo los helicópteros y mantenimiento.
Como se vio durante la huelga contra el plan fiscal, el argumento de la cooperación para “luchar contra el narcotráfico” es una vulgar mentira. La única vez que los ciudadanos hemos visto a “La Bestia” (los vehículos blindados de seguridad táctica donados por Obama a Luis Guillermo Solís) ha sido aparcado frente al parlamento para amedrentar a los manifestantes.
Los gobiernos latinoamericanos aceptan comprar y recibir donaciones de chatarra militar del ejército yanqui, no para “luchar contra el narcotráfico” sino para usarlo contra su propio pueblo. Tal como lo hizo Carlos Alvarado.    
Alvarado-Ventura y su política hacia Venezuela. El “clan” Ibañez-Farias-Lusinchi.
Carlos Alvarado se sumó desde el primer momento a la posición de “halcón” del grupo de Lima, intentó congraciarse con el imperialismo yanqui siendo el más vociferante corifeo para justificar una posible agresión a Venezuela.
Pero una serie de hechos internos y externos le hicieron una mala pasada a Carlos Alvarado y lo obligaron a retroceder en su posición.
Lo primero es que Manuel Ventura se adelantó a casi todos los gobernantes del Grupo de Lima en reconocer a Juan Guaidó y a sus representantes diplomáticos, además ordenó la salida de los diplomáticos vinculados a Nicolás Maduro.
Fue designada como embajadora la costarricense-venezolana María Farías, tal designación es contraria o bordea lo estipulado Convención de Viena, tal cosa no le importó a Ventura.
En vísperas del 23 F, María Farías con ayuda de un grupo de seguridad privada y de matones, venidos de la juventud rica y gusana venezolana instalada en el país tomó por asalto la embajada de Venezuela. Sería la única embajada controlada efectivamente por Juan Guaidó, la gusanería venezolana esperaba que con este evento se creara un movimiento de ocupación de embajadas en todo el mundo, contribuyendo de esta forma a al clima de agresión e injerencia instalada en vísperas del 23 F.  El movimiento intento una vergonzosa replica en Ecuador, que fracasó y allí quedó.
El gobierno de Alvarado, por voz de una funcionaria menor condenó la toma de Farías. Farías y su pandilla recibieron una reprimenda pública. Pero el “papelón” ya estaba hecho. El 28 de Febrero Ventura le retiraba a Farías su inmunidad diplomática, todo era demasiado impresentable.
Algunas fuentes sostienen que el gobierno conocía de antemano el “putch” de Farías, el gobierno ha negado cualquier conocimiento. Lo que es un hecho es que si el asalto no fue coordinado por lo menos, Farías y pandilla se consideraban con suficiente apoyo político como para salir impunes de su aventura, que fue lo que ocurrió.
Posteriormente se tuvo más información de quien es el clan Farías. María Farías está casada Carlos García Ibañez, un empresario venezolano ex dueño de CB 24  acusado por sus trabajadores de adeudarles 50 millones de dólares.
A la vez María Farías es la nuera de Blanca Ibañez, la pareja/viuda de Jaime Lusinchi, expresidente de Venezuela durante 1984-1989, ambos representantes del más rancio “puntofijismo”. Ibañez fue una polémica y arribista política vinculada a Acción Democrática, huyó de Venezuela en 1990 cuando fue acusada de un presunto tráfico de influencias, jamás regreso a Venezuela señalando que era “perseguida de odio”.
En 1992 Rafael Ángel Calderón le concedió asilo político, pero antes Ibañez contrató los servicios legales de Fernando Berrocal, ex ministro de Seguridad y tuvo el padrinazgo de Luis Alberto Monge. Cuando Costa Rica le concedió asilo a Blanca Ibañez, fue tanto el escándalo que el embajador costarricense en Venezuela Julio Suñol renunció a su cargo como protesta, Suñol estimó este hecho como “una bofetada al pueblo de Venezuela y a su régimen democrático y constitucional”. Luego vino también a Costa Rica Jaime Lusinchi, huyendo de la justicia
Los vínculos de este clan con la elite política del país son más que evidentes. Luego del asilo en Costa Rica, Ibáñez se trasladó a vivir por temporadas a Estado Unidos entre Miami y New York. Pareciera que desde 2017 el clan Farías-Ibañez reside en Costa Rica.
Esta extensa descripción sirve para que nuestros lectores vean la clase de personas con las que Carlos Alvarado-Manuel Ventura estaba diseñando su política exterior. Es decir la hez de la política tradicional venezolana. Evidentemente con estos aliados que solo conocen la ética de la banda de ladrones “las manos se le quemaron” a Carlos Alvarado, no tuvo más opción que demarcarse de su embajadora designada y del guaidoismo.
Alvarado-Ventura bajan el perfil después del fracaso del 23 F, no asisten a la cumbre del grupo de Lima el 24 F y no firman la declaración del Grupo de Lima, parecen alinearse con el otra política reaccionaria, la de la UE y el grupo de contacto liderados por México-Uruguay.
La actitud del Frente Amplio.
La actitud del Frente Amplio hacia Venezuela ha sido siempre una “braza caliente”, muchos de sus militantes se han formado admirando a Chávez y conocen el proceso bolivariano, lo defienden. Pero siempre que hay elecciones, prefieren los votos a los principios y moderan su posición.
El candidato presidencial José María Villalta, ha sido tradicionalmente más crítico al chavismo, que el núcleo del Frente Amplio venido de Vanguardia Popular. Las declaraciones por estas fechas han sido escuetas y opacas.
Pero Rodolfo Ulloa y varias de sus figuras públicas salieron a felicitar el “cambio de posición” del gobierno de Alvarado, lo vieron como una opción que respeta la tradicional posición de Costa Rica a favor de “la neutralidad y la paz”.
Creemos que esta posición es equivocada y embellece la política exterior de Carlos Alvarado. Primero porque no señala que la “neutralidad” de Costa Rica no es tal, siempre los gobernantes del país se han prestado para las agresiones imperialistas.
Luego por qué no critica a Carlos Alvarado por su alianza con lo más hediondo de la oposición venezolana, a la que ha protegido y acuerpado.
Finalmente por que no señala el verdadero papel del “grupo de contacto” dirigido por Uruguay y México. Quienes rechazan la opción militar, porque les parece una salida más ineficaz para derrotar la movilización popular. Prefieren una salida política negociada ente la oposición de derecha y algún sector aburguesado del chavismo, para mejor engañar a las masas venezolanas y sus justas demandas por dignidad y justicia.
[1] Datos aportados por Alexia Ugalde y David Díaz, historiadores de la Universidad de Costa Rica nos indican que un reporte secreto del Departamento de Estado (Washington D.C.), fechado el 3 de marzo de 1951 indicaba que: “Costa Rica ha apoyado consistentemente la política exterior de los Estados Unidos y sus objetivos y estrategias en el seno de las Naciones Unidas. La oferta del gobierno de Costa Rica de ceder su territorio para bases militares del Comando Unificado para uso en la defensa en contra de la agresión de Corea fue aceptada y el gobierno ha declarado su disponibilidad para ofrecer varias compañías de la guardia nacional para acciones de policía militar en Corea bajo las órdenes del Comando Unificado”. Así mismo el diario La Nación, durante los meses de julio-agosto de 1950, reportó en dos ocasiones referencias de ciudadanos que querían «enlistarse como voluntarios en el grupo de hombres que tendrá que enviar el país…» como parte de la ayuda pedida a América Latina por el Consejo de Seguridad de la ONU.
[2] Figueres Ferrer inicialmente apoyó  al M 26 de julio, con un cargamento de armas que le entregó a Huber Matos en 1957 y este transportó a la Sierra Maestra, pero desde Marzo de 1959, dos meses después del triunfo de la revolución cubana. Figueres enfrentó personalmente el “rumbo comunista” de la revolución cubana, así el 23 de marzo de 1959 hizo un llamado a la solidaridad latinoamericana con EE. UU. en la lucha mundial contra el “comunismo soviético”.
 
A partir de allí los gobernantes costarricenses fueron puntales en la agresión a la revolución cubana.  En 1961 Costa Rica rompió relaciones con Cuba, el gobierno de Mario Echandi (1958-1962) fue uno de los arquitectos dela Declaración de San José, documento de la Organización de Estados Americanos (OEA), impulsado por Estados Unidos, que instaba a los países de la región a romper las relaciones diplomáticas con el gobierno de Fidel Castro. Con el gobierno de Francisco José Orlich (1962-1966) se permitió el establecimiento de campamentos contrarrevolucionarios cubanos, en el Atlántico. En 1969, antes de asumir el tercer gobierno,  Figueres Ferrer apoyó un «plan de liberación» de Cuba, dirigido por el aventurero y empresario azucarero José Elías de la Torriente y Ajuria, este plan fue concebido durante el gobierno de Richard Nixon por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
[3] “El 28 de abril de 1965, a las 6:53 pm, la jefatura de la avanzada naval que EE.UU. tenía frente a las costas dominicanas recibió la orden de iniciar el despliegue de los primeros 500 hombres. El presidente Johnson habló en cadena nacional para explicar que se trataba de una solicitud de la “junta militar dominicana” para proteger la vida de ciudadanos estadounidenses en el país caribeño. Menos de dos semanas después ya habían desembarcado en suelo dominicano 23 mil hombres de los Estados Unidos liderando una “Fuerza Interamericana de Paz” creada oportunamente por la OEA con la participación de los gobiernos dictatoriales de Honduras, El Salvador, Nicaragua, Brasil y Paraguay, además de Costa Rica que “aportó” 21 hombres.” (Matías Bosch . 1965: Invasión gringa a República Dominicana y el desagravio que nunca llega http://piensachile.com/2016/06/1965-invasion-gringa-santo-domingo-desagravio-nunca-llega/)
 
 

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