En los últimos días se han abierto una serie de debates en las redes sociales en torno al papel del machismo en las organizaciones que se autodenominan de izquierda o progresistas. Por un lado, con el Frente Amplio que cuentan con un candidato a diputado acusado por violencia psicológica contra su expareja y por el otro, con gobiernos de “izquierda” como el de Rafael Correa en Ecuador que se opone a la aprobación de proyectos de ley como la despenalización del aborto.
Las críticas y argumentos en el debate sobre cada caso particular, han llevado a conclusiones generalizadoras afirmando que agrupaciones de izquierda y derecha representan lo mismo en el tema de la mujer y que son igualmente reprochables por sus dobles discursos.
Desde el Partido de los Trabajadores celebramos que se posicione este debate político sobre la izquierda y el machismo, por eso queremos participar manifestando nuestra posición y hacer algunas precisiones al respecto.
Desde nuestra agrupación y la organización a la que pertenecemos, la Liga Internacional de los Trabajadores, tenemos profundas diferencias con esa izquierda “progresista” que plantea reformas a lo interno de un sistema capitalista para darle un rostro “más humano”. Esos gobiernos como el de Correa no son socialistas. A este podríamos sumarle el caso de Ortega en Nicaragua que retrocedió con el tema de los derechos sexuales para las mujeres o el gobierno de Fúnez que se negó a aplicar el aborto terapéutico a Beatriz. Sus proyectos no tienen nada que ver con el socialismo y lo han dejado claro cuando las condiciones de vida en sus países continúan iguales para el conjunto de la clase trabajadora y muchas veces con regresiones en los temas de derechos de las mujeres. Han generado esperanzas a muchos sectores, pero su programa terminará siempre claudicando a posiciones conservadoras que sirven para seguir fomentando el populismo.
Nuestro análisis parte de que la burguesía es consciente del papel que cumple el machismo en la sociedad capitalista, y por eso lo estimula como una ideología reaccionaria para dividir a la clase trabajadora. Nos divide cuando dentro de nuestra propia clase no se nos reconoce como compañeras de lucha, cuando la defensa de nuestros derechos se ve menospreciada o cuando se nos excluye de la participación política por asumir que nuestro espacio es el privado. De esta forma el machismo es utilizado para fortalecer el capitalismo y aumentar su lucro. Por el contrario, el capitalismo pierde fuerzas cuando las mujeres trabajadoras participamos activamente en las luchas sin prácticas machistas que nos los impida. Por eso creemos que el capitalismo tiene que ser combatido por ambos, mujeres y hombres de la clase trabajadora.
Creemos firmemente que la emancipación de la mujer solo se puede lograr en el marco de la destrucción de relaciones de explotación que impone el capitalismo, no es posible que con simples reformas se logren los plenos derechos de la mujer, pero no nos quedamos a la espera de que esto suceda, estamos en primera fila luchando por mayores derechos para las mujeres. El machismo está en todas partes, en las organizaciones sindicales, populares, del movimiento estudiantil y en nuestro propio partido y en todos esos espacios los combatimos, discutiendo y ganando a los compañeros a ser parte de esa lucha pero también sancionando y tomando medidas radicales ante prácticas concretas. Además poniendo en evidencia el papel del machismo como ideología reaccionaria.
Ninguna organización está exenta de enfrentar problemas morales por acciones de sus militantes. Con ser militantes de organizaciones de izquierda no acabamos de manera automática con nuestra socialización machista, pero sí nos obliga a asumir una responsabilidad mayor para combatirlo, individualmente cada militante, pero sobre todo las y los dirigentes y en particular como Partido. Por eso en el PT somos beligerantes con cualquier acto de violencia que se de en contra de las mujeres, sean o no de nuestro partido. Porque así como no callamos ante corruptos ni explotadores, tampoco protegemos ni callamos frente a agresores.
Por eso, seguimos defendiendo un programa que ataca esa concepción machista y estamos por el fin de la desigualdad salarial, por el fin de la doble jornada laboral con la construcción de comedores y lavanderías públicos, por la socialización del cuido, por el matrimonio igualitario, por una educación sexual laica, por el acceso a métodos anticonceptivos gratuitos y de calidad, por la despenalización y legalización del aborto y por un Estado Laico. En el tema de la violencia en particular estamos por la protección inmediata para las mujeres agredidas, por la ampliación de refugios y delegaciones para las mujeres víctimas de violencia, y por un programa que contemple las mejoras de las condiciones de vida de las mujeres, para su acceso a educación, salud, vivienda y salarios dignos, que le facilite la independencia económica de su agresor.
Sobre el caso particular de la denuncia a Jorge Arguedas, candidato del Frente Amplio, nos parece lamentable que ante el cuestionamiento de las compañeras que se han referido al caso y que plantearon sus dudas de forma legítima, se haya desatado una serie de ataques, refiriéndose a ellas inclusive como «femi-nazis» por parte de los mismos militantes de ese partido, ante lo cual la dirigencia de ese partido no ha salido en respuesta ni a reprochar esas acciones de ataques. El menosprecio del tema de la violencia no puede ser tolerado. Manifestamos nuestra solidaridad con las compañeras que en los últimos días han recibido ataques y han sido visto como enemigas por el simple hecho de presentar sus interrogantes.
Así mismo, rechazamos la visión de que tanto organizaciones de izquierda como de derecha representan lo mismo en el abordaje del tema de la mujer y que en ese sentido ambas serían igualmente hipócritas. Esto llevaría a la conclusión de que para defender los derechos de las mujeres es necesario organizarse de manera independiente las mujeres de todas las clases, las trabajadoras con las burguesas, esas que también explotan y oprimen cuando son patronas, diputadas y presidentas. Los gobiernos de derecha, aun siendo presididos por mujeres, como es el caso de Laura Chinchilla, han sido los grandes causantes de los ataques a nuestras conquistas y la historia ha demostrado que nunca se han logrado más avances en los derechos de las mujeres que con una revolución socialista.
El problema está en plantearnos de cuál izquierda estamos hablando y si verdaderamente estos gobiernos o partidos pueden llamarse de izquierda y socialistas. No estamos de acuerdo con la posición de la “izquierda progresista” que sigue planteándose como alternativa en el marco de reformas al capitalismo y que termina claudicando a posiciones conservadoras frente a cálculos populistas y electorales. Tampoco estamos de acuerdo con esa visión de la izquierda estalinista que plantea el tema de la opresión como un tema secundario y para abordar en un futuro, luego de la revolución socialista.
No nos reconocemos en esa “izquierda” porque creemos que socialismo con machismo y opresión no es socialismo. En el PT somos mujeres y hombres que combatimos el machismo sea donde sea, en la sociedad, en el sindicato, en las luchas contra los ataques del gobierno, dentro del movimiento sindical y estudiantil e inclusive dentro de nuestro propio partido. Ese es el tipo de organización que llamamos a construir, un partido donde mujeres trabajadoras y hombres trabajadores son aliados. Solamen
te juntos, conscientes de nuestro permanente combate al machismo podemos salir victoriosos en la luchas por mejores condiciones de vida.
Invitamos a las mujeres trabajadoras, estudiantes, activistas y luchadoras a acercarse y conocer más de nuestro partido y a construir en conjunto una alternativa de izquierda sin explotación ni opresión.