Apoyándose en la eliminación del aumento anual de 10% en la asamblea legislativa el gobierno busca justificar un flaco aumento salarial de segundo periodo a pesar del costo de la vida.
La clase trabajadora se encuentra a las puertas de la segunda negociación salarial del año y a pesar de que en estos seis meses se ha elevado considerablemente el costo de la vida, no parece que el gobierno de Solís vaya a hacerle justicia con verdaderos aumentos.
Apoyándose en la eliminación del aumento anual de 10% en la asamblea legislativa el gobierno busca justificar un flaco aumento salarial de segundo periodo a pesar del costo de la vida.
La clase trabajadora se encuentra a las puertas de la segunda negociación salarial del año y a pesar de que en estos seis meses se ha elevado considerablemente el costo de la vida, no parece que el gobierno de Solís vaya a hacerle justicia con verdaderos aumentos.
Al contrario, aunque al momento de esta edición no se había pronunciado al respecto, el gobierno si ha venido insinuándole a los trabajadores que no obtendrán nada más allá de los pésimos aumentos acostumbrados con los anteriores gobiernos.
Así lo demostró Otón Solís, quien luego de la aprobación del recorte del 10% de aumento salarial anual a los diputados de la Asamblea Legislativa, decía a la prensa que:
“El político debe ser como la madre de un hogar pobre, que sabe que no hay plata para comprar comida y es la que come peor” (La Nación, 11 de Junio)
Con este discurso, el coordinador de la comisión de hacendarios apuntaba a que en el marco de la crisis económica, los trabajadores deben seguir el ejemplo del gobierno y sacrificarse, aceptando malos aumentos salariales en esta próxima negociación.
El problema con esta argumentación es que no hay nada más distante de la realidad de los trabajadores que el salario de un diputado que ronda casi los 4 millones.
En especial en este año en donde el costo de la vida se ha disparado más que en cualquier otro y en el que donde los trabajadores hemos tenido que enfrentar tarifazos en los pasajes, la luz y aumentos en los intereses.
Este discurso de resignarse a una mala negociación salarial no solo queda expuesto frente a la realidad del costo de la vida, sino que queda completamente desacreditado si se le compara con los jugosos aumentos de 1 millón de colones que el gobierno le toleró a los altos mandos de la ARESEP y de todas las juntas directivas de las instituciones públicas.
La política salarial será un área más en la que el gobierno ira demostrando su carácter de continuidad con el resto de gobiernos neoliberales. Por lo que frente a la creciente miseria al costo de la vida y el desempleo, la única salida para los trabajadores del sector público y privado es trabajar unidos para exigir verdaderos aumentos salariales.
La luchar por la libertad y el respeto a la organización sindical en el sector privado y por la independencia del gobierno de los sindicatos del sector público será fundamental para esto.