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La economía o la vida: la falsa elección del sistema capitalista

El gobierno anunció una caída en el Producto Interno Bruto (PIB) a 3,6% para este 2021, en comparación con el 4,5% de 2020. Esta situación de caída de los ingresos económicos es aún conservadora y el gobierno la sujeta al avance de la vacunación y a la reapertura de la economía. Es decir, la crisis económica podría ser mucho peor tomando en cuenta que desde antes de la pandemia las cifras de desempleo y pobreza eran altísimas para los trabajadores.

Se dice que esta caída del PIB impactará en regímenes especiales como las zonas francas, que en media crisis sanitaria se han llenado los bolsillos. Solo en el primer trimestre del año en curso ha habido un aumento de 11% en las exportaciones en relación con el año pasado; es decir, el sector exportador obtuvo 322 millones de dólares más que el año pasado.

“Procomer detalló que el crecimiento de exportaciones de la metalmecánica tuvo un alza de 29%, el equipo de precisión y médico un incremento de 20%, la industria eléctrica y electrónica aumentó 19%, la industria alimentaria y el plástico reportaron un incremento de 14% respectivamente”[1].

Todas estas actividades productivas tienen enormes beneficios fiscales propios de las zonas francas: no pagan impuestos, las tarifas de electricidad y agua son reducidas (las cuales, claro, está terminamos pagando los trabajadores con el aumento en los precios de los servicios). Por si esto fuera poco, no hay derechos laborales ni sindicatos producto de la dictadura patronal que existe en el sector privado, lo cual hace más difícil tener condiciones dignas de trabajo.

Podríamos describir la situación económica del país, más allá de este dato del decrecimiento: la pobreza (26%) y desempleo por las nubes (18%, es decir, 450 mil personas)[2], aumento de la inflación (es decir, canasta básica y servicios subieron de conjunto 1,2% en abril)[3].

A esto hay que sumarle un déficit fiscal acumulado a febrero de 451.175 millones de colones (unos 752 millones de dólares), equivalente a un 1,2 % del PIB, lo que significa un aumento comparado con el 1 % del PIB registrado en ese periodo de 2020, del cual el pago de intereses representó un 75[4]%.

En pocas palabras, la crisis sanitaria se combina con una fuerte crisis económica producto de un capitalismo que sumerge a los países semicoloniales en la miseria gracias a los ataques a las condiciones de vida del pueblo trabajador y recortes a programas sociales, mientras las grandes empresas continúan incrementando sus ingresos.

Las ganancias por encima de la vida: el camino del gobierno y los grandes empresarios

Estamos viviendo horas trágicas con el aumento de casos por el coronavirus; contrario a lo que indica la ciencia, lejos de endurecer medidas, el gobierno ha anunciado la reapertura de locales comerciales que estuvieron con cierre desde el 3 al 9 de mayo. Esta política criminal se justifica por parte de los sectores patronales con argumentos como “hay que aprender a vivir con la pandemia” o “no podemos paralizar la economía”.

Justamente ese dato que arrojábamos al principio es otra amenaza que lanzan las cámaras empresariales: para evitar que el PIB caiga más de lo que se tiene proyectado, es necesario dejar que las actividades económicas se realicen con total normalidad, sino el país caerá al abismo.

Estas consideraciones, que vemos de manera permanente en los medios de comunicación y es la línea del gobierno, expresan que para los capitalistas las ganancias importan más que la salud y la vida de la clase trabajadora. El gobierno explica el aumento de casos por la responsabilidad individual y a las aglomeraciones en fiestas y reuniones familiares.

El gobierno va de mentira en mentira. Primero, como pudimos ver, la situación económica ya es desastrosa, justamente producto de privilegiar las ganancias de unos pocos. En segundo lugar, hay que decir que la tasa de contagios y las muertes por COVID-19 tienen que ver con la relajación de medidas también para asegurar el lucro de los grandes empresarios: apertura comercial sin regulaciones contundentes, aglomeración de trabajadores en los centros de trabajos y el transporte público para favorecer las ganancias de los transportistas; a esto hay que sumarle el mantenimiento del curso lectivo en la modalidad presencial, lo que ha supuesto un rompimiento de burbujas y por ende, de proliferación del virus.

En otras palabras, esta fatídica ola se da ante todo por defender las ganancias del sector empresarial que ha aprovechado los enormes privilegios con los que cuenta para explotar más a los trabajadores. Justo cuando se requieren medidas de confinamiento más fuertes, con el sistema de salud colapsado, el gobierno se reúne con los empresarios a cada rato para tranquilizarlos y decirles que sus intereses no se van a tocar.

Un plan económico socialista para enfrentar la pandemia

No puede ser que mientras la clase trabajadora pone los muertos, los grandes empresarios pueden acudir a la mejor atención en hospitales privados y además seguir una vida de lujos y enormes beneficios económicos. Más allá de ver esos datos fríos para este año (una caída del 0.5% del PIB), la realidad de miseria y muerte que todos los días rodea el pueblo pobre es estremecedora. Si todo sigue como está, podemos decir que lo peor está por venir, tanto en el terreno económico como en el sanitario.

Comúnmente se nos dice que no se puede hacer nada, que mandar a los trabajadores de actividades no esenciales para la casa y mantener los bonos proteger quebrará la economía. No hay nada más falso. En este momento, como pudimos ver, hay sectores de la economía que más bien tienen más dinero; entonces, riqueza hay, pero está en manos de un puñado de ricos y no de quien la produce: la clase trabajadora.

Por eso, en el peor momento de la pandemia es necesaria la lucha organizada de los sectores populares para arrancar estos recursos a manos de los ricos, por un programa económico socialista que logre frenar la tasa de contagios y preservar la vida de la clase trabajadora. Este plan pasa por la nacionalización y expropiación sin indemnización de las grandes empresas clave de la economía, muchas de ellas transnacionales, que han ganado millones en la pandemia. También es necesaria la suspensión del pago de la deuda, la cual durante esta crisis sanitaria se ha pagado puntualmente; esto implicó brutales recortes a los programas sociales y el presupuesto en salud, vivienda y otros rubros sensibles.

 Con este programa socialista (nacionalización y expropiación sin indemnización, así como el no pago de la deuda) podremos garantizar una cuarentena generalizada con salario completo para todas y todos los trabajadores de servicios no esenciales. Para los sectores que no se pueden paralizar es necesario girar recursos para contratar más personal, reducción de la jornada laboral sin disminuir su salario. Con estas iniciativas también se podrá brindar un subsidio de emergencia a las pequeñas y medianas empresas, incremento de la cobertura de la ayuda económica, ya que resulta claro que el bono Proteger no es suficiente para cubrir las necesidades de la población. Finalmente se podrá fortalecer el presupuesto público para atender de la mejor manera los problemas que conlleva el confinamiento (violencia machista, problemas psicológicos, sobrecarga laboral, entre otros).


[1] https://www.larepublica.net/noticia/aumenta-11-exportaciones-de-costa-rica-en-el-primer-trimestre-de-2021
[2] https://www.elfinancierocr.com/economia-y-politica/desempleo-en-costa-rica-fue-del-185-entre/JYSJAWODKFAJDIEAPATUTQM5PQ/story/
[3] https://www.elfinancierocr.com/finanzas/inflacion-registra-una-variacion-interanual-de-121/IK4O2A6UFRAE5O7TZ2JKVMWPQA/story/
[4] https://www.eleconomista.net/economia/Costa-Rica-alcanza-un-deficit-fiscal-de-1.2--del-PIB-a-febrero-del-2021-20210316-0012.html

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