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La clase trabajadora sí sufre una “dictadura perfecta” en Costa Rica

El pasado 14 de junio, el presidente Rodrigo Chaves causó un revuelo político en el país al señalar que Costa Rica ha vivido sus últimos 75 años en una dictadura perfecta.

El presidente realizó ese señalamiento en el marco de una disputa contra las instituciones creadas y moldeadas por el bipartidismo durante décadas, que le impiden avanzar en su proyecto político impulsado por una fracción del sector empresarial que lo respalda. Esa disputa se hace dentro de las propias reglas del régimen sin alteraciones más allá del discurso.

Pero esas declaraciones generaron una serie de reacciones furibundas, unificando a los expresidentes y a la expresidenta en una nota pública en defensa de la idea de que Costa Rica es respetada por «su trayectoria democrática, la solidez de su estado de derecho y el respeto a las libertades civiles y los derechos humanos”.

En la Asamblea Legislativa, todas las bancadas de oposición se sumaron al coro de defensa de la democracia.  Llama la atención el Frente Amplio que replicó la defensa de la democracia del país, aunque con su típica crítica  de que hay que perfeccionarla para repartir mejor la riqueza y justicia social.

Lo mismo ocurrió con decenas de analistas políticos, ideólogos de la burguesía, quienes tratan de convencer que Costa Rica es parte del grupo de países catalogados como “democracias plenas” del mundo, y que quienes vivimos en Costa Rica somos parte del 8% de la humanidad que tiene el privilegio de vivir en una “democracia plena”.

¿Qué tipo de dictadura vive el presidente Chaves?

Es difícil imaginar al presidente Chaves sufriendo una dictadura desde su lujosa mansión en Montearán, disfrutando su salario y su pensión multimillonaria, viajando con escoltas por todo el país y el mundo, y teniendo acceso a todo el aparato del gobierno para hablar y enfrentar casi a diario a sus enemigos políticos.

La queja del presidente obedece a dos elementos. Por un lado, intenta gobernar con un poder centralizado de forma autoritaria, pero se topa con que el aparato del Estado tiene una serie de instituciones que le impiden aplicar el poder a sus anchas, por eso reniega de las instituciones que creó el bipartidismo, como la Sala Constitucional o la Contraloría. Además, reniega de la oposición de partidos como el PLN o ciertos grupos económicos como La Nación o los agroexportadores.

El otro elemento, el más importante, tiene que ver con que Rodrigo Chaves está luchando para abrir espacio a los intereses de los grupos económicos que financiaron su llegada a la presidencia, vinculados a banqueros privados, importadores de alimentos y materias primas, transportistas e inversionistas; que son quienes se benefician con el precio del dólar bajo, la ruta del arroz, la eliminación de controles ambientales, la creación de inversiones público-privadas , la venta de bancos y otros activos del Estado.

En los hechos, la clase trabajadora está viendo todos los días en la televisión y las redes sociales una pelea entre fracciones de empresarios multimillonarios y sus fichas en el poder, mientras ambos sectores buscan hacerle creer que esa pelea es para beneficiarle.

Esta discusión es sumamente importante, sobre todo porque no somos pocas las personas dentro de la clase trabajadora que vemos mucha lógica en las palabras del presidente Chaves al llamar dictadura o tiranía al orden en que vivimos. Por eso, tenemos que hacer un esfuerzo por pensar esta discusión desde la posición de nuestra clase, desde los sectores que no gobernamos el país pero sí sufrimos, en carne propia la crisis que vive el país, el aumento de la pobreza, el desempleo y la violencia, así como la carencia de servicios públicos.

Pero entonces, ¿hay o no hay una dictadura perfecta?

La clase trabajadora sufre una dictadura perfecta, pero no por los motivos que dice el presidente Chaves.

Desde hace casi 200 años, la clase trabajadora comprendió, después de los estudios del revolucionario alemán Carlos Marx, que en la sociedad capitalista se da una dictadura de la clase dominante sobre la clase obrera y los demás sectores que oprime en esta sociedad.

Esa dictadura de la clase empresarial o burguesa hoy se mantiene en todos los países del mundo. Lo que cambian son las formas en que la clase dominante en cada país da forma a las instituciones que la mantienen en el poder, algunas con democracias burguesas y otras con dictaduras con discursos de derecha o de izquierda.

La clase trabajadora tiene conciencia de que Costa Rica tiene un régimen político de democracia burguesa, con elecciones periódicas y alternancia en el poder, que sin duda da mejores condiciones para que la clase obrera se organice política y sindicalmente que en otros países como Nicaragua, El Salvador, Turquía, Egipto, Venezuela, y muchos otros países donde lo que existen son dictaduras burguesas, sin elecciones ni alternancia.

Pero que se tenga una dinámica institucional de democracia burguesa en Costa Rica no elimina el hecho de que por siglos se haya mantenido una clase dominante, ejerciendo sin consultar a nadie la repartición de la riqueza y los recursos que produce la mayoría de la población trabajadora, y tomando decisiones políticas por medio de los partidos y gobernantes que financian y colocan en los puestos de poder, entre ellos al mismo presidente Rodrigo Chaves.

En Costa Rica, 16 familias ricas han controlado el país prácticamente desde su fundación y son: González, Salas, Monge, Chaves Bolaños, Prada, Durman Esquivel, Aizenman, Picado, Quirós, Monge Puig, Spesny, Federspiel, Alonso, Uribe, Jiménez y Oller. Esas familias son dueñas de por lo menos 119 grandes empresas del comercio, la industria, el negocio inmobiliario y el turismo.

Esas familias, junto con las grandes empresas transnacionales representadas por sus cámaras empresariales y la embajada norteamericana, ejercen un pleno control sobre la sociedad, siendo la clase dominante.

Esos grupos dominantes en los últimos 75 años se han encargado de combatir la organización obrera en sus empresarias, llegando incluso a eliminar pro medio de la guerra y la dictadura directa las organizaciones obreras como en 1948, momento en que la democracia burguesa no le bastó para enfrentar la presión y organización política y sindical de la clase trabajadora en el país.

La dictadura de la clase capitalista es la que sumerge a la clase trabajadora en un circulo de necesidades insatisfechas y descomposición social a pesar de salir todos los días a producir la riqueza del país. La clase dominante se deja en sus cuentas bancarias la riqueza que produce la mayoría de la población con su trabajo diario.

En Costa Rica millones vivimos en condiciones de pobreza extrema, sin vivienda digna, ni acceso a educación y salud de calidad, con una asedio permanente de la policía en los barrios mientras la violencia no deja de aumentar.

Mientras tanto, la clase capitalista gobierna con fuerza para mantener un gran sector de la clase trabajadora en el desempleo y la informalidad y con ésto garantizar salarios de miseria y un régimen de terror en las empresas con la eterna amenaza de los despidos.

Esa dictadura capitalista la sienten más las mujeres, ya que con ella logran mantenerlas sosteniendo bajo sus hombros un trabajo doméstico no remunerado que supera los ¢9,6 billones anuales un 21% del PIB del país,  mientras más de la mitad no pueden acceder a trabajos remunerados.

Por su parte, la clase dominante tiene unas instituciones que le garantizan día con día mantenerse en el poder, empezando con el presidente que defiende a capa y espada sus negocios y propiedad, mientras la camarilla de jueces y diputados se pelean para ver quien le garantiza extra más ganancias de la clase obrera, con leyes y medidas para entregar nuestro trabajo y los recursos de la tierra al menor costo posible.

Vencer la dictadura de la clase empresarial o burguesa

La clase trabajadora, la juventud y demás sectores que no pertenecemos a esa clase dominante, debemos analizar con mucha cautela cuando se dan peleas entre sectores de la clase dominante, y tratar de hacer un análisis independiente de esos fenómenos políticos. No podemos caer en la trampa de colocarnos del lado de uno de los dos sectores, sobre todo cuando lo que buscan es defender a su sector empresarial favorito.

Tampoco podemos caer en la trampa de defender el orden actual del país, ya que es una democracia falsa, que está organizada para que la clase dominante se siga manteniendo en su lugar de privilegio, explotando a la gran masa obrera y dejándose enormes riquezas todos los días.

La clase trabajadora no puede colocarse del lado de Rodrigo Chaves y sus grupos empresariales, pero tampoco del lado del PLN, el Frente Amplio y un sector de la prensa (todos representantes de la misma clase dominante) que defienden instituciones enemigas de la clase trabajadora, como lo son la Asamblea Legislativa, el Poder Judicial o la Contraloría.

Debemos tener claro que, aunque cambien los gobiernos, esos sectores siguen controlando el país y ejerciendo una verdadera dictadura de clase sobre el conjunto del pueblo que no pertenece a su clase social.

Un campo obrero y socialista para enfrentar la dictadura

En el Partido de la Clase Trabajadora tenemos el convencimiento de que lo que necesitamos es construir un espacio político desde nuestra clase, y luchar por desenmascarar las formas en que la clase dominante nos engaña y nos explota todos los días.

Debemos luchar por organizar un sector cada vez más amplio y consciente de nuestra clase trabajadora, organizar un cambio completo en la sociedad en que vivimos, no luchando por cambiar de gobierno, sino por cambiar de raíz una sociedad que no aguanta más el rumbo que la clase dominante nos lleva.

La dictadura de la clase dominante, compuesta por esas 16 familias y su unidad con las empresas transnacionales, nos ha llevado por el camino del desempleo y la miseria, la violencia y la destrucción ambiental. Por eso debe ser la clase trabajadora la que se ponga al frente de la sociedad para revertir el rumbo que llevamos.

Si la clase dominante es la clase trabajadora ejercerá su poder para acabar con las lacras que no tienen solución como acabar con la pobreza y el desempleo, los femicidios y los estragos de la violencia narco.

La clase trabajadora tiene la tarea de organizar una lucha directa contra esa dictadura de la clase capitalista, arrebatarle ese poder dirección de la sociedad y construyendo nuevas instituciones que ayuden a fortalecer el poder de la clase trabajadora y garantizar que la mayoría trabajadora pueda disfrutar de conjunto las riquezas que produce socialmente.

Esa visión transformadora debemos ubicarla como una tarea de la clase trabajadora en todos los países del mundo, ya que en todos los países se encuentra instaurada de dictadura capitalista en distintas presentaciones, pero al final con la misma esencia.

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