Por: Minerva Solano y Diana Herrero Villarreal, candidatas a diputadas por el Partido de la Clase Trabajadora
El aborto terapéutico, reglado por lo que llamamos la Norma Técnica para la interrupción terapéutica del embarazo, es una intervención médica para cuidar la salud de las personas embarazadas, simplemente. Es un asunto médico, que el presidente no debería poder alterar autoritaria y caprichosamente.
Así como tampoco debería influir en esta norma de Salud Pública, la voluntad de autoridades religiosas como la Alianza Evangélica con quienes pactó el presidente, su reciente acción de modificación de la norma técnica.
Eliminar de una norma técnica de salud el que esta busque proteger la salud de las mujeres tiene un origen claro: el machismo y la misoginia1. Porque la base de una decisión como esta es el desprecio por las mujeres, por nuestros cuerpos y nuestras vidas, que van mucho más allá de los embarazos.
Es falso que la Norma Técnica dejaba portillos, como dijo manipuladoramente Rodrigo Chaves. Si en 5 años, apenas se ha aplicado en 10 ocasiones. Lo que sí es cierto es que el gobierno, con este atropello viene a amenazar la salud de las mujeres en mayor medida las mujeres de clase trabajadora y las migrantes. Ya que, aunque formalmente sigue siendo legal el aborto terapéutico porque un presidente no está por encima de la legalidad, se dificultará el acceso a este derecho con una norma malintencionada como la de Chaves.
La obstaculización, prohibición y penalización de la interrupción del embarazo son parte de las muchas violencias que sufrimos las mujeres y personas gestantes en sociedades donde se nos trata como seres de segunda categoría, y donde los recursos que tengamos dictan qué decisiones podemos tomar o no sobre nuestros proyectos, cuerpos, salud y vidas.
Entendemos esta desigualdad como una violencia absolutamente degradante impuesta por voluntades misóginas a nivel nacional e internacional que dictan qué vidas importan y cuáles son desechables. Los cuerpos de las mujeres de clase trabajadora y migrantes son particularmente utilizados como objetos descartables, como una moneda que facilita los intercambios de favores entre los hombres que toman las decisiones que truncan nuestras vidas.
La imposición de llevar a término un embarazo que pone en peligro la vida de quien lo gesta demuestra las formas en que nuestros cuerpos son utilizados para invalidarnos y enviar el mensaje de que ni siquiera nos pertenecemos a nosotras mismas y que nuestras vidas están a merced de los caprichos de los machos de turno. En un contexto donde la violencia misógina se ha normalizado, entre varias razones, debido al espectáculo cotidiano de masculinidad tóxica y autoritaria montado por Rodrigo Chaves, por casi 4 años, no es de extrañar que se tomen estas decisiones que subrayan la desechabilidad de nuestras vidas.
Necesitamos que la Norma Técnica funcione incluso mejor que antes para proteger la salud y la vida de las mujeres, pero no sólo eso, necesitamos derecho al aborto libre, porque las mujeres somos plenamente capaces y necesitamos el derecho de tomar decisiones sobre nuestras vidas y sobre nuestros cuerpos.
Pero estos gobiernos anti-derechos son de la mayor hipocresía, porque se rasgan las vestiduras hablando de caída de la natalidad, mientras dejan a las comunidades sin servicios, a la educación sin presupuesto y a las trabajadoras embarazadas del sector privado sin protección en el contexto de dictadura de la patronal, convirtiendo incluso la alternativa de decidir maternar en algo titánico. Son hipócritas al decir que les interesan bebés y niñes, cuando más bien andan eliminando protocolos de denuncias por abuso sexual en el sistema de salud si en 2024 llegó a 11 768 el número de menores que la CCSS atendió por abuso sexual e intentando que quienes les cuidan trabajen jornadas absurdas de 12horas por menores salarios que antes con sus jornadas 4×3.
Son hipócritas, son machistas y misóginos y la única forma de enfrentarles será organizando un movimiento social contundente y claro, que no pare de luchar hasta conquistar todos los cambios que verdaderamente necesitamos. Las mareas verdes mostraron un ejemplo, que habrá que tomar y hacer avanzar.
El derecho a decidir no vendrá de ninguno de los partidos abiertamente proempresariales que negocian nuestros derechos en pactos políticos, ni de partidos como el Frente Amplio que no ha colocado el derecho a decidir ni tan siquiera en el debate parlamentario, mucho menos en la lucha social. Solamente organizándonos de manera independiente y luchando porque esta batalla sea tomada por el conjunto de la clase trabajadora, que debe tomar el Estado en sus manos, conquistaremos la anhelada libertad de decidir sobre nuestros cuerpos, vidas y el acceso al aborto legal libre y gratuito para quienes lo necesiten.
1 Odio hacia las mujeres.
