El gobierno de Luis Guillermo Solís sigue atacando al pueblo
¿Qué fue lo que pasó con la ley de empleo público?
El proyecto 19 506 dio mucho de qué hablar, el gobierno de Luis Guillermo Solís y los partidos burgueses de oposición (PLN, PUSC, ML) decían que el proyecto era “imprescindible”, para mejorar las finanzas públicas, anunciaban el “caos financiero” si no se aprobaba. Por otro lado los dos bloques sindicales: Patria Justa y BUSSCO, durante meses hablaron de “la madre de todas las huelgas” y por dos semanas pusieron una fecha tentativa.
Al final nada de esto pasó, 22 diputados (del PAC, el FA, independientes y algunos cristianos) anuncian que no apoyarían la vía rápida para el proyecto, el gobierno de Luis Guillermo Solís retiró el proyecto de empleo público y también el proyecto de impuestos y anunció que enviará una versión recortada del proyecto de impuestos. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Estamos frente a una victoria o una derrota del gobierno? Esto es lo que queremos clarificar.
Tres falsas historias
A partir del retiro del proyecto, se han dado distintas versiones de lo sucedido que contribuyen a la confusión intencionada de los luchadores sociales, así por ejemplo la diputada Sandra Pizk (PLN), Ottón Solís (PAC), Otto Guevara (ML) y Rosibel Ramos (PUSC) hablan que: “el gobierno no tiene pantalones y se le arrodilló a los sindicatos”, en esta versión conservadora el gobierno de LGS sería un gobierno “blandengue”, “sin decisión”, “compadre de los sindicatos”, los sindicatos tendría “poder de veto” en el país. Veremos que esta versión conservadora es falsa “de cabo a rabo”.
La otra versión es la de los burócratas sindicales, así por ejemplo BUSSCO habla de: “un gran triunfo de la clase trabajadora” que permitió articular más de 100 organizaciones sindicales y sociales y concluyó una larga lucha de 2 meses. Sin ningún rubor los dirigentes del BUSSCO señalan que el elemento central de esta “victoria” fue el: “gran esfuerzo de visitas de representantes del BUSSCO a más de cincuenta diputados” que concluyó con 22 diputados que firmaron una carta en la que se comprometían “a no votar una vía rápida para este proyecto”.
Para Albino Vargas, de la ANEP y Patria Justa el bloque de diputados representado por Pizk y Ottón Solís, eran en realidad voceros de: “los sectores neoliberales más duros del país”, pero estos fueron derrotados en la “batalla de ideas”. Según el cuento de este burócrata había sido de derrotada una “intentona político-ideológica de corte antidemocrático-sindical”.
La distorsión no podían ser más claras: para BUSSCO, ellos había liderado una gran batalla popular triunfante que había hecho retroceder a los neoliberales (-el BUSSCO nunca aclara si el gobierno es parte o no de los sectores neoliberales-.), la versión de Albino es más descabellada pero no por eso menos folclórica: La ANEP salvó la democracia (¿y al gobierno?) de un “golpe neoliberal”, ganando la hegemonía política y cultural del pueblo (la batalla de ideas).
Impresionante batalla esta donde no hubo ninguna movilización callejera importante y ni un solo día de huelga. Algo no calza en esta historia.
Finalmente está la versión de Luis Guillermo Solís, el cual en polémica amistosa con Sandra Pizk señala que algunos diputados creen que: “gobernar es confrontar” y que el éxito de su gobierno tiene ver con: “nuestra actitud dialogante”, la cual: “ha reducido la conflictividad social en este país”.
Para LGS su política fue dirigida por una idea: “la necesidad de construir una sociedad basada en el diálogo y los acuerdos que lo digan”.
¿Suena muy democrático, no? Pero la verdad es que este diálogo social, esta política de cooperación y concertación con los burócratas sindicales y con el Frente Amplio, es mejor desde el punto de vista burgués que la política “confrontativa” de Pizk, Ottón Solìs y Guevara.
Decimos que es mejor, porque es más exitosa, es decir porque tiene mejores resultados en el punto central de la ofensiva burguesa y gubernamental: destruir los derechos sociales y económicos de los trabajadores, debilitar a los sindicatos, hacer que el pueblo trabajador sea el que pague la crisis fiscal a través de la reducción de sus condiciones de vida, de impuestos, de recortes en el gastos social, etc.
Detrás de las frases “dialogantes”, está el más puro cinismo patronal, dice Luis Guillermo Solís, de la siguiente forma se regodea de haber sido el gobierno que más convenciones colectivas destruyó en los últimos 60 años: “Al buen pagador no le duelen prendas, tenemos la autoridad moral para decir en el debate si (el ahorro en las renegociaciones de convenciones y la Ley de empleo público) es más o menos, si tenemos que pagar más”.
Luego le “lanza el guante” a los diputados liberacionistas y socialcristianos: “Si era tan fácil y era tan poquillo ¿por qué no lo hicieron antes? Si era tan fácil podían haber hecho muchas renegociaciones [de convenciones colectivas] anteriores gobiernos de dos partidos que se sucedieron en el país durante 60 años”.
Entonces tenemos tres falsas historias todas que encubren las verdad de los hechos y buscan confundir a los sectores populares. El “bloque de oposición” acusa al gobierno de “no saber gobernar” y de “ser suave con los sindicatos”, dejándose ellos el visto bueno del grupo Nación S.A. y de la UCCAEP.
Los burócratas sindicales, se acreditan haber realizado una gran batalla política y cultural victoriosa, cuando la verdad es que llevan tres años contribuyendo a la desorganización, dispersión y derrota del movimiento sindical y de todo el campo popular.
El gobierno de LGS y su aliado el Frente Amplio, preservan la principal institución de les ha permitido gobernar: la concertación, apuntalan un posible y deseado acuerdo electoral y se acreditan ser el gobierno y los partidos del “diálogo social” que al final es más eficaz que las “bravuconadas neoliberales” para engañar al pueblo y aplicar la agenda empresarial, por más que le pese a la UCCAEP y al PLN.
Esta es la realidad de los hechos.
¿Qué sigue?
Para el Partido de los Trabajadores el retiro del proyecto 19.506 está lejos de ser un “triunfo histórico” para los empleados públicos y mucho menos para el movimiento sindical y popular.
En primer término, porque se fortalece la política de concertación, política con la que nos han venido derrotando uno a uno a cada componente del movimiento popular.
Segundo, porque está política fortalece a las cúpulas del BUSSCO y Patria Justa y por lo tanto debilita a quienes luchan por la democratización de los sindicatos de empleados públicos y a quienes buscan la unidad de los trabajadores del sector público y el sector privado.
Tercero, porque el movimiento sindical y popular sale dividido y desprestigiado en las bases, muchas de ellas están eligiendo la desafiliación. El caso principal de ello es la APSE, que en todo momento estuvo en contra de ir a huelga, difundiendo el miedo entre sus bases, diciéndoles que si se iba a un movimiento de presión vendrían despidos masivos.
Cuarto, porque aunque se retiró momentáneamente un proyecto, no sea ha detenido la ofensiva gubernamental y patronal de conjunto contra la clase trabajadora, continúan los recortes a las convenciones colectivas (la próxima en la picota es la de la UCR), el congelamiento salarial (0,76% este semestre para los empleados públicos y 1,14% para los privados), se mantiene el proyecto de educación dual, que entrega a la juventud trabajadora a la voracidad empresarial, se mantienen los proyecto de recorte al gasto público, como la regla fiscal.
Se mantiene el aumento de 1% el aporte obrero al IVM, mientras los patronos evaden impunemente sus obligaciones con la CCSS, vienen nuevos ataques con el IVA, con los aumentos en la gasolina, con los aumentos en los celulares.
Es decir un sistemático plan para reducir el salario, transferir la crisis al pueblo trabajador y seguir usando los fondos públicos y el Estado como facilitador y garante de los grandes negocios nacionales y extranjeros.
Es por esto que para el Partido de los Trabajadores, ahora más que nunca se necesita una respuesta popular, un plan escalonado de movilizaciones que avance hacia una huelga general de verdad, organizada desde abajo, que permita la confluencia del sector públicos y privado y del pueblo empobrecido en general. Ese es el camino que creemos se debe seguir.