Esta semana nos ha conmocionado la noticia de 4 femicidios, a los que se le suman varias denuncias de agresiones físicas y sexuales. De formas horrorosas, 4 mujeres murieron a manos de sus parejas o atacantes. Fue asesinada Karen de 25 años, quien murió por los golpes y el uso de arma blanca. Fue asesinada Rita de 26 años, por los golpes que le propinó su pareja con un tubo metálico. Fue asesinada Mariana de 32 años degollada por su esposo con arma blanca y posteriormente calcinada. Fue asesinada Maritza de 25 años y 16 semanas de embarazo, su pareja la mató con arma blanca.
Ellas fueron víctimas de la violencia machista, de la desigualdad y de un sistema que no pudo darles protección, en un país donde 6 de cada 10 mujeres que denuncian agresión mueren a manos de sus agresores. Esas mujeres son las que día a día sufren el duro golpe de la pobreza que impide a muchas salir de la violencia y dejar de depender de sus agresores. Por eso este gobierno y el entrante son y serán culpables, porque con sus políticas de empobrecimiento condenan a muchas mujeres a vivir en situaciones de dependencia económica, a ser víctimas del desamparo y de insuficientes servicios de atención.
Pero además la situación que se avecina con la aprobación de un plan fiscal, prioriza el pago de la deuda externa por encima de las condiciones de vida de la población. Con esto, la carga impositiva será más fuerte sobre los sectores más pobres, y por ende sobre las mujeres, donde la pobreza existe una brecha de un 31% de pobreza en los hogares con jefaturas femenina.
Seguiremos tomando las calles
El pasado 8 de marzo, millones de mujeres en todo el mundo salimos a las calles a decir ¡no más! No más a la violencia machista, no más a las muertes, no más a la opresión, no más a la pobreza, no más a la desigualdad, al machismo no más!
Pero en Costa Rica el grito de lucha que miles pronunciamos con toda nuestra fuerza, fue censurado, deslegitimado por los medios de comunicación, que decidieron ser cómplices de este sistema capitalista, opresor y explotador, silenciando nuestro grito para dar peso a hechos menores.
A pesar de que intenten invisibilizarnos, lucharemos en la calle incansablemente por una sociedad más justa e igualitaria. Nuestra lucha es por la vida de las mujeres, contra la violencia machista y contra estos gobiernos que nos recetan ataques y precariedad, porque estamos cansadas de que el pago de sus deudas siga costando nuestras vidas.
Seguiremos tomando las calles, avanzaremos por ellas, por todas las que han muerto y por las que hoy llevamos el duro peso de la opresión.
Exigimos el cese del pago de la deuda, para que el dinero pueda ser invertido en servicios de atención y prevención de la violencia, así como el acceso a educación, trabajo y vivienda para vivir libres de violencia.
¡Ni una menos!