Inicio15añosPT y procesos electorales:...

PT y procesos electorales: un escenario de la lucha de clases para discutir sobre la revolución socialista

Cada cuatro años el país acude a su máxima “fiesta democrática”: las elecciones. Los medios, los grandes burgueses y sus partidos nos hacen creer que con estos procesos todos participamos por igual y elegimos a quienes van a garantizar los intereses de todos los sectores sin exclusión. Ante el mundo, estos mismos sectores alaban la robusta democracia costarricense.

La realidad, sin embargo, es muy distinta: la clase trabajadora acude a las urnas a elegir a su próximo verdugo, al grupo de políticos al frente de las instituciones públicas y la Asamblea Legislativa para liderar los ataques contra el pueblo trabajador; los encargados de seguir la agenda imperialista del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o las calificadoras de riesgo.

En este escenario parece que un partido revolucionario no tiene nada que hacer. Como explicaremos en otro artículo, se equivocan quienes piensan esto porque si bien somos conscientes de que el voto no cambia los padecimientos de la clase trabajadora, consideramos vital participar en ellas para denunciar esta farsa democrática, para participar en esa tribuna la cual se nos abre en los medios, en la discusión cotidiana de los trabajadores para desenmascarar las condiciones de miseria y desigualdad de la mayoría de la población a manos de una minoría explotadora quienes dirigen el Estado tras bambalinas. Pero también es un escenario más de la lucha de clases para dar a conocer y fortalecer las luchas en curso, así como para plantear en esa amplia tribuna la necesidad de destruir el estado burgués y luchar por una revolución socialista.

El Partido de Trabajadores se reivindica heredero de esta tradición revolucionaria desde tiempos de Marx y Engels, del partido bolchevique de Lenin o de la Liga Internacional de los Trabajadores; una tradición de utilizar las elecciones burguesas para hacer propaganda sobre la revolución socialista la cual nosotros, durante estos 15 años, hemos desarrollado codo a codo con los sectores más explotados y oprimidos de la sociedad.

Nuestra primera participación electoral

En 2006, recién fundado el Movimiento al Socialismo, se lanza un artículo en el periódico Pan, Tierra y Paz donde se llama a votar por la coalición Izquierda Unida, la cual aglutinaba a partidos como Vanguardia Popular y el PRT. Más allá de nuestras diferencias políticas y metodológicas con estas organizaciones, el llamado al voto se relacionó con una opción clasista y de lucha. Cabe recordar el el contexto de polarización social en torno al TLC, la inminente reelección de Oscar Arias y la profunda crisis del bipartidismo que generó el surgimiento del Partido Acción Ciudadana.

Ya desde esta primera coyuntura electoral el partido ubicó la importancia de participar del proceso, lo cual no implica necesariamente la inscripción. En ese momento se valoró que nuestra organización estaba naciendo y no teníamos la capacidad de llevar a cabo una tarea tan grande, máxime en un régimen tan antidemocrático como este, que le impone todo tipo de dificultades a la izquierda. Pero eso no nos detuvo para participar del debate sobre qué tipo de sociedad necesita la clase trabajadora para solventar sus necesidades, elemento decisivo para el involucramiento en estos procesos.

En eso consiste la labor de los revolucionarios: encarar la batalla ideológica adoptando diferentes tácticas, y la nuestra en ese momento tuvo un carácter propagandístico mediante nuestro periódico, además de tender un puente entre las luchas en curso como parte del movimiento estudiantil y la necesidad de organizar a la clase trabajadora más allá de las reivindicaciones inmediatas; es decir, para una lucha contra el capitalismo.

El llamado al voto crítico al Frente Amplio

En 2010 si bien la ebullición del movimiento social redujo con la imposición del SÍ en el referéndum y la posterior aprobación de la agenda de implementación, la clase trabajadora no estaba derrotada. Las movilizaciones contra la minería impidieron la instalación de Crucitas; en 2008 los docentes lograron una victoria fundamental por los percentiles, la cual permitió alcanzar un nivel salarial digno; además el movimiento estudiantil seguía peleando contra las políticas de recortes de los gobiernos con la FEUCR al frente en 2009. La lucha contra la concesión de los puertos de JAPDEVA se encontraba en ascenso, con constantes movilizaciones y bloqueos en la ruta 32.

A ese escenario de la lucha de clases se le suma la brutal crisis económica del 2008 que atacó el corazón del imperialismo estadounidense a niveles similares a la depresión de 1929. Por la dependencia y el carácter de semicolonia de la economía costarricense los efectos de esta crisis se hicieron sentir.

En este marco nuestro partido hizo un llamado al voto crítico por el Frente Amplio, sin dejar de denunciarlos. Si bien dijimos en ese momento que el FA era un partido sin sectores burgueses en sus filas, desde ese año se resaltó su política de alianzas con partidos como el PAC en las elecciones municipales de 2008 como una característica primordial de su accionar: un partido cuya razón de ser no era destruir el capitalismo ni hacer la revolución socialista, sino llegar a los puestos de la democracia burguesa y desde ahí impulsar proyectos de ley; además, sus constantes alianzas con partidos y sectores de la burguesía los coloca en esa posición de ser la pata izquierda del régimen, y no estar al servicio de la organización de los explotados y oprimidos como su principal tarea.

Ese llamado al voto crítico sirvió también para debatir sobre el contenido de su programa político, que planteaba la defensa de las instituciones públicas, pero bajo el modelo del estado benefactor de los años 60, el cual era dirigido por una casta de burgueses y tecnócratas que buscaba a toda costa contener la organización popular, prueba de ello fue la ilegalización durante años del Partido Comunista.

Otros términos como la economía social solidaria o tener como referencia a los gobiernos del socialismo del siglo XXI como Venezuela, Bolivia o Nicaragua daban la idea de defender un programa burgués porque en el fondo no se planteaba la ruptura con el capitalismo. Esas críticas quedaron confirmadas y estamos viendo las consecuencias de las políticas del FA, quien en ese proceso ganó la primera diputación con José María Villalta: hoy forman parte del gobierno neoliberal del PAC que en plena pandemia prioriza las ganancias de los grandes empresarios por encima de la vida de los trabajadores, y su lista de traiciones es numerosa: desde mediar para la entrega de los muelles de Moín a APM, hasta avalar políticas de despidos en plena pandemia. Hoy es un partido dirigido por dos o tres figuras que toman las decisiones, y con fuerte dependencia financiera de los aparatos del régimen.

¿Entonces por qué el voto al FA, y no un voto nulo o voto en blanco, si en ese momento no había ninguna candidatura de la izquierda revolucionaria, ni nuestra ni de alguna otra organización? El partido en una decisión propia de su organización centralista democrática donde el conjunto de su militancia debate las diferentes posiciones para finalizar tomando una decisión conformada como la política general del partido en los diferentes sectores de intervención.

Vale recordar nuestra campaña no solo desde las críticas al FA, se hizo hincapié en que la salida para los problemas de la clase trabajadora no era votar, sino organizarnos de manera unitaria para elaborar un plan de lucha para enfrentar los ataques del gobierno. El voto crítico fungió como un puente, como una forma más clara de dialogar sobre la política de cuál era la tarea de la clase trabajadora.

Campaña electoral 2014: una victoria política de la izquierda revolucionaria

Si bien el periodo anterior se caracterizó en líneas generales por los ecos de la derrota contra el TLC, durante los años previos a la elección de 2014 se dio un ascenso importante de luchas contra los ataques del gobierno, la cual en el sector público se expresó en los intentos de imponer la reforma fiscal o proyectos de ley de salario único y empleo público; a su vez, las movilizaciones por la defensa de la Caja y en el occidente del país contra la concesión de la carretera San José – San Ramón marcaron la tónica. El sector privado iba despertando del letargo y empezaba a luchar; las ocupaciones de tierra como la de Medio Queso en 2012 también expresaban el descontento popular.

Todo esto fue alimentado por un profundo desgaste del gobierno corrupto de Laura Chinchilla que promovió la construcción de la trocha fronteriza y se fue destapando el despilfarro de unos pocos millonarios beneficiados con dineros públicos. Este caso es la expresión de una crisis generalizada del PLN como partido histórico de la burguesía que hasta la fecha no ha podido recomponerse.

Este ascenso en la lucha del movimiento de masas toma a nuestra organización en una nueva etapa: el partido da el salto a construirse en el sector trabajador y llega a disputarle la dirección del sindicato a Albino Vargas en la ANEP. Es durante ese periodo donde el partido se va consolidando como la segunda fuerza de izquierda del país y además por su nueva ubicación como referente político revolucionario que da su salto cualitativo a conformarse como Partido de los Trabajadores en abril de 2012.

Parte de ese giro de la organización se relacionó con la discusión de aprovechar los espacios de la democracia burguesa, como las elecciones, para hacer la denuncia al capitalismo, impulsar las luchas de los trabajadores y promover nuestro programa clasista y socialista. Justamente en este escenario de la lucha de clases donde la clase trabajadora da una discusión sobre el tipo de sociedad, el PT debía jugarse el todo por el todo para sacar el máximo provecho a esta tribuna y volcarse hacia la inscripción electoral a nivel nacional.

Fue un trabajo arduo porque, como dijimos, el régimen es muy antidemocrático e impone una serie de trabas que no enfrentan los grandes partidos burgueses, como acceso a publicidad gratuita en los medios o la presencia en debates para dar a conocer nuestras ideas. Pero con el trabajo militante de todas las y los compañeros con quienes hemos participado en diferentes luchas estudiantiles, sindicales o campesinas vieron en nosotros una alternativa clasista con total independencia de la burguesía.

Esa campaña fue relevante porque era la única voz de denuncia no solo contra el gobierno de Laura Chinchilla sino de todos los demás partidos en contienda porque, pese a utilizar un lenguaje contrario al PLN, en caso de llegar al poder aplicarían el recetario neoliberal, defenderían y protegerían los intereses de los grandes empresarios quienes realmente dirigen el país.

A la par de esto, nunca llamamos a depositar ninguna confianza en el sistema electoral del cual participábamos por primera vez. Este tema es fundamental, para nosotros es un escenario por ocupar por parte de la izquierda y aprovechar para hacer propaganda socialista sobre el rol de los revolucionarios en elecciones y además de qué manera se conduciría un partido como el PT si ganara algún puesto de elección popular. En ese marco defendimos que todos los ingresos devenidos de ese proceso, tanto el salario y dietas de los diputados, así como el monto destinado a la deuda política sería destinado a las luchas del pueblo trabajador. Los diputados revolucionarios ganarían el salario de un obrero calificado, a diferencia de los diputados de los partidos burgueses quienes se desembolsan millones mes a mes con dinero del pueblo.

Nuestros ejes programáticos fundamentales se sintetizaron en forma de 13 propuestas de un gobierno de los trabajadores para salir de la crisis, tales como un aumento salarial de 10% de emergencia, la defensa de la libertad sindical, contra los tarifazos y por el congelamiento del precio de la canasta básica, plan de empleo y obra pública la necesidad de una reforma agraria para dar tierra a quien la trabaje, la posibilidad a los trabajadores nicaragüenses de elegir y ser electos.

Otros ejes fueron el no pago de la deuda, cobrar impuestos a las grandes empresas, por el fin de los privilegios a las zonas francas, cárcel para los corruptos; contra los tratados y demás acuerdos con el imperialismo los cuales comprometen la soberanía del país como la ruptura con el TLC con EEUU.

Todo esto iba amarrado con la necesidad de un gobierno de los trabajadores para garantizar estas medidas, para frenar el saqueo y la entrega del país a las transnacionales y evitar que la crisis la sigan pagando los sectores populares. Pese a las dificultades y el hecho de que nuestra campaña se financió con el apoyo de los trabajadores y no del bolsillo de ningún burgués, se obtuvo una histórica votación 4897 votos a la presidencia y 12998 a los candidatos a diputado[1]. Para nosotros este resultado fue un gran triunfo pues estos miles de votos distribuidos a lo largo de todo el país, representan miles de trabajadores quienes han depositado su confianza en el PT y en un programa socialista para salir de la crisis del capitalismo.

Tanto el proceso de inscripción electoral como la campaña fue una victoria política para la izquierda revolucionaria costarricense porque ese referente político al servicio de las luchas se conforma como un espacio de organización de la vanguardia obrera. A su vez, reivindica la necesidad de una alternativa socialista en ruptura tanto con el capitalismo como con el estalinismo y el socialismo del siglo XXI.

Seguidamente, en 2016, dándole continuidad a ese triunfo político la organización se dedica a participar de las elecciones municipales por primera vez en su historia con candidaturas propias en varios cantones como Pococí, San José o Heredia. A nivel programático denunciamos la estructura administrativa burocrática de las municipalidades la cual funge como botín político al servicio de los partidos del régimen, como mecanismo de corrupción donde las grandes empresas de las plantaciones sobornan a alcaldes y regidores para garantizar la evasión de impuestos y contaminando el ambiente; además, toda la buena voluntad y disposición de trabajo de los dirigentes comunales se diluyen en tramas burocráticas las cuales dificultan la realización de obras comunales en favor de las grandes empresas quienes lucran con la ley de concesión de obra pública.

También uno de los ejes más importantes fue la conformación de consejos populares como organismo de dirección municipal donde los trabajadores realmente ejercerían el poder y con base en la organización comunal independiente de sectores burgueses. Tal como sucedió los más de 4 mil votos recibidos en estas elecciones reflejan ese trabajo con sectores obreros y populares donde el partido realiza su labor como una organización al servicio de las luchas de la clase trabajadora.

Elecciones 2018 una alternativa socialista y de la clase trabajadora

En este periodo el gobierno de Luis Guillermo Solís se inició con una huelga docente la cual duró un mes, y posteriormente la estrategia en conjunto con las cámaras empresariales fue desviar las luchas venideras por el camino del diálogo y la concertación. Pero la clase trabajadora libró importantes batallas y el gobierno mostró su carácter corrupto con el cementazo, evidenciando no solo la propia putrefacción del Poder Ejecutivo sino de la legislación costarricense protectora de los políticos y ricachones corruptos, pero perseguidora hasta más no poder de los pobres y luchadores.

En 2016 los militantes de nuestra organización dedican sus esfuerzos a la construcción del Sindicato de Trabajadores del Sector Privado (SITRASEP) abocada a la organización de ese sector donde opera una dictadura patronal. Como parte de ese esfuerzo nos sumamos a apoyar las huelgas en la piñera Exportaciones Norteñas y Empaques Bellavista, donde los trabajadores pararon la producción para hacer valer sus derechos elementales y denunciar las condiciones de semiesclavitud.

A la par de esto nos involucramos en luchas siempre en el sector privado como la huelga de los trabajadores de Mavacom, Sagiplast y los display de Walmart. Esto es fundamental porque comprueba que el PT, con todas sus debilidades, busca construirse con los sectores más explotados de la clase y sumarse a sus luchas.

En el marco de este momento del partido donde el peso político como segunda fuerza de izquierda se consolida se involucra de nuevo a la inscripción electoral para 2018. De nuevo, realizamos una campaña de denuncia sobre lo antidemocrático del régimen el cual, pese a haber alcanzado un caudal significativo de votos el TSE nos exigió renovar estructuras y volver a hacer las asambleas cantonales, provinciales y nacional.

Para nosotros pese a representar una dificultad, estos procesos no son un mero trámite. Son muy significativos porque nos permite dialogar con cientos de activistas en todo el país sobre la situación nacional y así ir conformando nuestro programa de lucha y socialista. Repetimos, para las organizaciones de la izquierda revolucionaria el completar el proceso de inscripción nacional es un triunfo político a destacar dadas las condiciones antidemocráticas el régimen político costarricense. Hemos vivido esa condición desigual de dicho régimen porque el tribunal nos desinscribió como partido al supuestamente no alcanzar la cantidad de votos mínimos. Nosotros también luchamos contra este tipo de arbitrariedades y defendemos el derecho a la participación política de las organizaciones populares.

Este punto se intentó hacer énfasis porque muchas corrientes denominadas de izquierda como el FA se presentan a elecciones como una oposición “responsable”, como los impulsores de “medidas realistas” para el país. Nosotros no escondemos nuestro programa, y con orgullo defendemos la necesidad de una revolución para Costa Rica y Centroamérica: es decir, sacar del poder del estado a la burguesía y construir un estado nuevo, al servicio de las necesidades de la clase trabajadora.

Eso no significa que nuestras propuestas no atiendan reivindicaciones básicas. De hecho estas medidas de fondo las combinábamos con nuestros ejes de campaña, tales como: la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales sin bajar los salarios y la prohibición de los despidos, la posibilidad de que los trabajadores puedan organizarse en sindicatos tanto en el sector privado como en el sector público, o la exigencia de mayor presupuesto para combatir la violencia machista; suspensión del pago de la deuda e impuestos al gran capital para financiar la obra pública y el presupuesto en rubros sensibles como salud y educación.

Nuestras candidaturas tuvieron una repercusión relevante en medios, y el compañero Jhon Vega, postulado a presidente, defendió nuestro programa en los diferentes debates con los demás candidatos presidenciales, denunciando ese carácter proburgués del régimen y dando a conocer las luchas en curso, así como nuestros ejes programáticos.

 Por ello, en plena campaña el partido puso la exposición mediática al servicio de divulgar la huelga de los trabajadores piñeros en la zona norte del país, a quienes se les adeudaban salarios y aguinaldo. Nosotros, en lugar de dedicarse exclusivamente a pedir el voto, estábamos dedicados por entero al triunfo de la huelga. Esto fue así tanto en Los chiles en ese momento como en las diferentes luchas libradas en universidades, colegios, barrios etc.

Las elecciones estaban para nosotros supeditadas a la lucha, eran una herramienta para el triunfo de dicha lucha. Esto era la prioridad, no los votos, tanto así que la gran mayoría de quienes estaban en esa lucha ni podían votar, como los compañeros nicaragüenses, pero son parte fundamental de la clase trabajadora en Costa Rica.

Los resultados de esta campaña son de resaltar: 4,351 votos para presidente y 11,615 en todo el país para diputados; esto expresa un espacio relevante para el desarrollo de una alternativa obrera y socialista la cual se construye codo a codo en las luchas de los sectores más explotados, defendiendo la independencia de clase y en ruptura con el capitalismo.

El llamado al voto nulo

Como continuidad de la discusión electoral luego de la primera ronda, el partido salió claramente con la posición del voto nulo en la segunda vuelta entre Carlos Alvarado y Fabricio de Restauración nacional. De entrada dijimos claramente que, llegara quien llegara a el gobierno, ninguna de las dos opciones representaba los intereses de la clase trabajadora.

Esto significó un ataque profundo a nuestras posiciones desde sectores llamados progresistas y de la misma izquierda como el FA quienes llamaron a votar por el PAC para cerrar filas contra el conservadurismo de RN. La presión fue muy fuerte porque nos tildaban de traidores, de no enfrentar la escalada conservadora de Fabricio; nos acusaban de seguirle el juego a estos sectores conservadores y a la derecha e incluso nos achacaban la responsabilidad de un eventual gobierno de RN. Esos sectores de la izquierda veían el voto en segunda vuelta al PAC como una tarea central la unidad de acción de todos los sectores en lucha para evitar la llegada al gobierno de la derecha conservadora.

Tal fue la presión que dentro de las mismas filas de nuestra organización surgieron dudas sobre cómo armar la discusión con los compañeros y compañeras simpatizantes, pero nosotros insistimos en la necesidad de dar una discusión paciente sobre el hecho de que ninguna de las dos opciones podía defender en lo más mínimo los intereses de la clase trabajadora, que ambas eran alternativas de la burguesía e iban a atacar al pueblo. Según nuestra caracterización, el PAC iba a tomar esas expectativas que los trabajadores ponían en él para traicionarlas y atacar sus condiciones de vida y, para nosotros, la tarea principal de los sectores populares no era votar por el PAC, era organizar la lucha unitaria y construir un plan desde la clase trabajadora para enfrentar los ataques venideros.

 Insistimos, además, en los vínculos conservadores que se daban no solo en RN, sino en el mismo PAC, por lo que ese argumento de ubicarse en el polo “no conservador” no tenía ningún sustento en la realidad. El PAC es una organización conservadora igual a RN, acérrimos defensores de los privilegios de la jerarquía de la iglesia católica y opuestos a un Estado laico; un partido el cual nunca se ha comprometido en los hechos a impulsar la legalización del aborto, el matrimonio igualitario, ni garantizar los derechos básicos de las mujeres y demás sectores oprimidos. 

El tiempo nos dio la razón con el llamado al voto nulo y hoy reivindicamos con mucho orgullo esta política, la cual muchos sectores del activismo luego nos reconocieron como correcta. Desde el primer minuto el gobierno del PAC se comprometió con los intereses del gran capital, con el pago puntual de la deuda y demás políticas imperialistas. Un gobierno dedicado a atacar las condiciones de vida de la clase trabajadora, como se vio con el Plan Fiscal, los recortes constantes al presupuesto nacional y a las conquistas del sector estatal, los aumentos en el costo de los pasajes de autobús y los servicios públicos; más recientemente, durante la pandemia, quedó clara su política de priorizar las ganancias de los grandes empresarios por encima de la salud de la clase trabajadora, donde además ha promovido despidos, suspensión de los contratos de trabajo y el relajamiento de las medidas sanitarias para beneficiar a sus amigos los empresarios.

Durante estos 15 años, primero como MAS y después como PT, con aciertos y errores, con nuestras humildes fuerzas hemos salido a combatir las ilusiones sobre las posibilidades de cambio mediante la vía electoral y proponerle a la vanguardia obrera y las masas trabajadoras la necesidad de enfrentar este sistema capitalista corrupto y explotador para garantizar las condiciones mínimas de subsistencia. Ya sea mediante un artículo en nuestro periódico, el llamado a voto nulo o la participación en todo el país con una candidatura al servicio de la organización de la clase trabajadora, la intervención de un partido revolucionario en estos procesos electorales es fundamental para plantear la necesidad de construir una alternativa clasista y socialista.


[1] https://www.tse.go.cr/pdf/elecciones/computovotos_febrero_abril_2014.pdf

Más artículos