Como hemos señalado en otros artículos anteriores, nuestro partido inició sus primeros pasos luego de una ruptura con otra organización política. Muchas de las prácticas conocidas no las queríamos repetir, y aun siendo profundamente inexpertos nos dimos a la tarea de construir una nueva organización política.
El partido se dio a la tarea de realizar una discusión interna, la cual fue acompañada por la Liga Internacional de Trabajadores (LIT). Partiendo de ello, empezamos a formar nuestra experiencia a la luz del trabajo y las elaboraciones realizadas desde el marxismo, incluido el papel de la mujer en la construcción de nuestro partido y para el programa revolucionario.
Este proceso de formación, si bien inició con nuestros primeros pasos, representa una constante en nuestra formación, y de la mano de la LIT, hemos participado junto al resto de partidos de la internacional en debates sobre el tipo de organización por construir, la teoría marxista, los debates con el feminismo, cómo combatir el machismo a lo interno de nuestras organizaciones y el papel de las tareas de la liberación de la mujer para el programa revolucionario.
Romper con la tradición del estalinismo: queremos a las mujeres al frente en todos los espacios
La experiencia de muchas organizaciones de izquierda es una terrible historia de injusticias contra las mujeres, asignándoles tareas secundarias, invisibilizando su papel, menospreciando la importancia de las tareas de la liberación de la mujer o directamente excluyéndolas de la dirección política. Este funcionamiento, erróneamente atribuido a toda la izquierda, en realidad es parte de la herencia de la concepción estalinista sobre el tema de la mujer; desde esta visión, el programa de la mujer solo podría resolverse luego de la revolución socialista, dejándolo para un futuro incierto. Esa visión es opuesta a la concepción marxista.
Nuestra organización y la corriente a la cual pertenecemos, viene de una ruptura con esa concepción y por eso, sentimos orgullo de tener a gran cantidad de mujeres jóvenes quienes formando parte de nuestro partido se colocaron al frente de tareas importantes.
Esta experiencia inició en el movimiento estudiantil en la Universidad de Costa Rica (UCR), cuando nuestras compañeras fueron parte de valiosas experiencias siendo candidatas en procesos electorales, quedando electas al frente de la Federación de Estudiantes o liderando procesos importantes de lucha estudiantil en la batalla contra el TLC, en defensa de las becas, por la construcción de un nuevo edificio para Ciencias Sociales o por el presupuesto universitario.
Pero en este proceso no fue fácil. Nos costó también enfrentar ataques machistas dentro del movimiento, con el menosprecio a nuestras compañeras, haciendo comentarios en alusión a su apariencia física o bien dirigirse a los hombres en lugar de a ellas. En todos los casos, primaba un menosprecio a las capacidades de nuestras compañeras por el hecho de ser mujeres.
La participación a nivel sindical
Una vez que empezamos a participar a nivel sindical el panorama fue aún más complejo. A las burocracias sindicales parece molestarles aún más cuando son mujeres jóvenes quienes cuestionan su liderazgo.
Nuestra participación sindical nos llevó a un largo proceso de diferencias internas con direcciones las cuales llevan décadas al frente de los sindicatos e impiden cuestionamientos internos. En esos procesos, cuando las mujeres nos colocamos al frente, la burocracia amplía sus métodos de persecución y acoso contra quienes atenten contra su dirección. No enfrentamos el matonismo, los chiflidos, los ataques públicos y hasta los procesos judiciales, para las mujeres se impone también el acoso sexual, las amenazas de agresiones físicas e inclusive los ataques de otras mujeres afiliadas.
Sufrimos inclusive acusaciones, las cuales amenazaron con abrirnos investigaciones internas por denunciar situaciones de machismo a lo interno de los sindicatos, bajo la justificación de querer dividir el espacio. Para nosotros es lo opuesto: el machismo divide a la clase, de ahí la necesidad de combatirlo para construir organizaciones en aras de incorporar a las mujeres trabajadoras.
Por eso hemos intentado impulsar trabajos a través de las secretarías de la mujer, porque creemos sin duda alguna en la necesidad de involucrar a los sectores sindicales en las peleas contra la opresión y este combate forma parte de las luchas de la clase trabajadora. Sin embargo, el mismo funcionamiento burocrático de la mayoría de sindicatos impiden llevar a cabo dicha labor. Aunque parece pequeño el espacio, esta batalla es necesaria y fundamental, porque necesitamos recuperar los sindicatos para los intereses de la clase trabajadora.
Las mujeres campesinas
Las luchas por la tierra son fundamentales para muchas familias que ocupan territorios que se mantienen ociosos. En estos lugares, la represión del Estado actúa de forma violenta en defensa de la propiedad privada y en contra de los campesinos sin tierra, pero se manifiesta de forma más cruel cuando utiliza instituciones del Estado como el PANI para atemorizar a las familias, argumentando que las madres no tienen a sus hijos e hijas en adecuadas condiciones y amenazan con quitárselos para llevarlos a un albergue. Este mecanismo es también una forma de represión para alejar fundamentalmente a las mujeres, amenazándolas con perder a sus hijos e hijas.
Por eso la represión se aplica de manera distinta cuando es contra las mujeres. Así por ejemplo las trabajadoras de las piñeras no solo enfrentan las condiciones de explotación a las que están sujetos en las plantaciones, también enfrentan el acoso sexual, los comentarios machistas y de múltiples presiones por parte de los capataces cuando están en condición de embarazo, ya sea para continuar trabajando en condiciones inseguras o para practicar abortos no deseados. La lucha en estos sectores donde hay condiciones de sobreexplotación, se vuelve fundamental no solo para condiciones de vida básicas sino también para la dignidad de las mujeres.
Nuestra participación en las luchas contra la opresión
Nuestro partido interviene de manera permanente en los sectores en los que estamos con una política clasista, llevando adelante un programa en defensa de los derechos de las mujeres, porque sabemos que la lucha por la liberación de las mujeres debe ser parte de la batalla por la liberación de la humanidad de las cadenas de la explotación. Por ello somos parte de las acciones de los movimientos de mujeres.
Nos verán presentes cada 8 de marzo, siendo parte de las movilizaciones y organizando actividades propias en el Día de la Mujer Trabajadora; también los 25 de noviembre en las movilizaciones por el día contra la violencia hacia las mujeres o en las acciones por la despenalización del aborto. También nos verán organizando talleres para discutir sobre violencia, sobre derechos sexuales y reproductivos o manifestaciones en defensa de los derechos de las mujeres madres.
Algunos sectores cuestionan nuestro compromiso como partido ante el combate de las opresiones cuando hemos tenido posiciones controversiales, como nuestra postura ante la segunda ronda en las pasadas elecciones nacionales, donde llamamos a votar nulo porque ni el PAC ni Restauración iban a representar una mejora a las condiciones de la clase trabajadora.
Se nos achacó en ese momento que nuestra postura iba en contra de los derechos de las mujeres ante la amenaza de tener un gobierno conservador, pero como señalamos en ese momento y luego la realidad con confirmó, el PAC solo capitalizó el voto útil del “mal menor” para combatir el “giro reaccionario”. Para nosotros, el voto no iba a definir el curso de las luchas contra cualquiera de las opciones; en lo sustancial ambos partidos defendían los grandes intereses empresariales y un régimen que garantiza la explotación y opresión, como ya se demostró con la experiencia en este gobierno del PAC.
Ser parte de una organización política para las mujeres
La vida es más difícil para nosotras en cualquier espacio y lo es también en la militancia, enfrentamos más dificultades cuando tenemos que cargar con una educación la cual nos limita al espacio doméstico y privado, por eso, al asumir una vida como activistas políticas nos enfrentamos también con una serie prejuicios machistas. Pero el espacio del partido revolucionario nos brinda un espacio de liberación, con la posibilidad de construir una nueva sociedad.
Es por eso que cuando militamos lo hacemos también con más ganas y más fuerza, con la certeza de que este sistema no nos brindará las condiciones que las mujeres necesitamos para vivir una vida libre de violencia, de opresión y de explotación.