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El veto es una primera victoria: continuemos la lucha contra la pesca de arrastre

El jueves 22 de octubre se aprobó en la Asamblea Legislativa el expediente 21.478 que reactiva la pesca de arrastre. Esta decisión levantó la indignación de varios sectores que desde hace años se oponen.

Luego de su aprobación en segundo debate, había mucha expectativa sobre el veto presidencial que se confirmó el 30 de octubre. Aun así, el proyecto no se ha desechado, sino que debe volver a la asamblea legislativa con observaciones, así que aún no hay nada ganado. Aunque vete la ley, esto no la detiene ya que regresa al plenario donde puede ser aprobada mediante un resello, para esto se requieren 38 votos.

¿Cuál es el problema?

Este tipo de pesca es especialmente dañino para el medio ambiente. Consiste en lanzar grandes redes y arrastrarlas desde el Barco, hasta el suelo del mar. En estas redes cae todo lo que se pone en frente, incluidos tiburones, tortugas y otros animales en peligro de extinción. Por otro lado, el suelo marino queda arrasado tras el paso de la red, matando a los corales y otras especies que viven en el fondo marino. Además, levanta el sedimento del fondo marino y lo deja suspendido en el agua, siendo que, contiene contaminantes y los regresa al agua, impactando a los seres vivos.

Pero no sólo es un gran daño a la naturaleza, las comunidades costeras también se ven afectadas. Este tipo de pesca afecta los recursos que estas personas necesitan para vivir.

Aquellos que viven del turismo se ven afectados por la pérdida de flora, fauna y la afectación de los ecosistemas, se pierde la belleza natural. Con la salud ambiental y la biodiversidad la actividad turística se cae, junto a todo lo que depende de ella, comercios, restaurantes y muchos pequeños negocios.

Aquellos que viven de la pesca, ven los mares quedarse sin peces gracias a que las redes atrapan todo sin distinción. Atrapan especies que ellos necesitan para pescar, a veces capturan individuos inmaduros de las distintas especies, lo cual interrumpe los ciclos de vida de las especies, provocando que en el futuro haya menos individuos maduros y menos reproducción de la especie.

Lo anterior ayuda a entender por qué no es cierto cuando dicen que la pesca de arrastre traerá empleo. Porque se necesitan pocos barcos y poca gente para mantener la actividad y por el otro lado destruyen otras actividades económicas.

Sus impulsores intentan presentar la pesca de arrastre como una práctica sostenible. Para esto ha pagado a hacer investigaciones que legitimen sus argumentos. Estas investigaciones son realizadas en zonas muy reducidas, por lo que geográficamente no son suficientes, además que son realizadas en muy poco tiempo como para que tengan mayor validez. Por otro lado, no contemplan el daño ambiental que se puede realizar, sólo han valorado como hacer redes que capturen menos carga no deseada.

No existe tal cosa como la pesca de arrastre sostenible, se estima que por cada kilogramo de camarón que se extrae se saca además 44 Kg de otras especies, lo que se conoce como fauna de acompañamiento del camarón.

Es el capitalismo

Esta es una entrega de los recursos naturales a un puñado de empresarios. Su actividad es tan grande que no puede ser realizada por pequeños propietarios. Los pequeños barcos y los pescadores artesanales se ven arruinados

Por otro lado, la gran actividad camaronera agota los mares y luego se retira, dejando un mar que tomará años en recuperarse, años donde no se podrá pescar. Al final el único que va a ganar es el empresariado, mientras pagamos todos y la naturaleza.

A la naturaleza le tomará años recobrar el equilibro en estos ecosistemas, algunos pueden ser que no se recuperen nunca. En ese sentido la pesca de arrastre resulta ser la piñera del mar. Este es el sinsentido del capitalismo, se privilegian las ganancias de una pequeña minoría, a costa de la naturaleza y mientras la gran mayoría sufre necesidades.

Un proyecto impopular

Sectores de pescadores artesanales, comunidades costeras organizadas, el movimiento ambientalista y 32 municipalidades salieron a pronunciarse en contra de esta ley y a exigir el veto presidencial. Fue esta presión, con movilizaciones en distintos puntos del país y diferentes expresiones de repudio, las que forzaron al presidente a vetar la Ley, sin presión en las calles esto no hubiera ocurrido.

El movimiento ve como un triunfo el veto y esto es cierto. Pero debemos continuar la lucha hasta detener también el recorte a cultura y echar para atrás los impuestos que empobrecen al pueblo.

No hay garantía con el veto, el gobierno tiene una necesidad de negociar con la oposición en la asamblea legislativa, para que apoyen su intención de endeudarse con el FMI y aplicar un programa de ajuste. No es de extrañar que, a pesar de vetar la ley de pesca de arrastre, sigan las negociaciones y que sea aprobada por otros medios si tiene suficiente apoyo en el parlamento.

Hacemos un llamado a unir las distintas luchas, contra los impuestos a la clase trabajadora, contra la pesca de arrastre y los recortes a cultura. Se deben enfrentar estos ataques en la calle, no hay que confiar en el falso diálogo o detenernos porque se logró el veto del presidente. Hay que seguir en las calles.

La pobreza y el desempleo que se viven en las distintas regiones de país y en especial en las provincias costeras no se va a solucionar con la pesca de arrastre. Estas son consecuencia de la desinversión del estado que está condicionado por los pagos de la Deuda y de la concentración de las riquezas en manos de unos pocos.

Desde el Partido de los Trabajadores nos hemos posicionado desde hace mucho tiempo en contra de la pesca de arrastre. Esta es una expresión más de como el capitalismo destruye la naturaleza y empobrece al pueblo para enriquecer a unos pocos. Denunciamos al poder legislativo y al ejecutivo que están poniéndose de acuerdo para empobrecer al pueblo. Es necesaria una salida socialista y revolucionaria, que cobre impuestos a la gran riqueza y deje de pagar la deuda para invertir en las necesidades del pueblo. Sólo luchando, así podremos salir de la miseria en la que nos hacen vivir.

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