Este 25 de noviembre conmemoramos el día contra la violencia hacia las mujeres. Lamentablemente, esto lo vivimos todos los días: desde el acoso callejero, la violencia doméstica, el irrespeto a nuestros derechos sexuales y reproductivos y los femicidios. La violencia machista la vivimos en todas todos los ámbitos de nuestra vida, porque es parte de este sistema capitalista que la reproduce.
Una de sus formas más frecuentes son los femicidios, que durante este 2022 siguen siendo alarmantes y van en aumento. Desde el 25 de noviembre del 2021 hasta el mismo mes de este año se contabilizan 21 muertes violentas de mujeres, a esto se le suman varios asesinatos violentos sobre los cuales no se tiene suficiente información.
A su vez, las infracciones a la Ley contra la violencia doméstica y de penalización de la violencia contra las mujeres es la segunda causa de detenciones en el país. En 2021 la policía realizó 8950 detenciones, mientras que en los 10 meses de este año la suma es muy similar: 8436.
En relación con la violencia sexual, los datos del Poder Judicial son brutales. Por ejemplo, en el año 2020 el 49% de las sentencias fueron por abusos sexuales contra menores de edad, mientras el 28% de las mismas fueron por violaciones, donde el 79.6% de las víctimas son mujeres.
Estos datos nos siguen confirmando cómo las mujeres vivimos con la violencia latente todos los días. Este mes inicia el campeonato mundial de futbol y lejos de alegrarnos, para muchas mujeres es el comienzo de una época de terror, ya que la violencia contra la mujer se incrementa. Para el mundial pasado se contabilizaron hasta 486 llamadas durante los partidos de la selección en el mundial. Con el aumento de la violencia y el retroceso en derechos de las mujeres luego de la pandemia, el panorama en la actualidad y en el futuro no es muy alentador.
Con mayor urgencia vemos la necesidad de una declaratoria de emergencia por la violencia que sufrimos las mujeres en nuestro país, lo que significa en los hechos fortalecer en todos los niveles la atención de parte del Estado a las personas sobrevivientes de violencia, invirtiendo en apoyos económicos y psicosociales a las personas que necesitan salir de sus círculos de violencia, así como incremento en el presupuesto de las instituciones de atención a la violencia de género.
La normalización de la violencia machista promovida por el Estado
La impunidad ante los casos de violencia machista es otra de las problemáticas a la que nos enfrentamos las mujeres y familias que deciden denunciar, una impunidad muchas veces causa de la negligencia de las instituciones estatales, tan permitida y normalizada en nuestro país. Ejemplo de esto es que, ante la muerte del directo del OIJ, Walter Espinoza, tanto medios de comunicación como instituciones incluido el INAMU honraron su labor, se olvida e invisibiliza la misoginia y negligencia con la que trató los casos de femicidios y desapariciones de mujeres, como fue el caso de Luany donde se culpabilizó a la víctima, a su familia y donde se evidencia la faltante de un protocolo para la atención de las mujeres desaparecidas.
Estas actitudes solo expresan la misoginia de las instituciones y lamentablemente no son de extrañar en un país donde se normaliza la violencia. Prueba de esto es que el presidente de la república Rodrigo Chaves fue sancionado por acoso sexual; y durante la campaña electoral y actualmente este hecho fue minimizado e invisibilizado por la mayoría.
Por otro lado, en la Asamblea Legislativa se siguen proponiendo proyectos de ley que atentan contra los derechos de las mujeres. Tal es el caso de la iniciativa presentada por Leslye Bojorges y Fabricio Alvarado (proyecto de ley 23.421) que obligaría a las mujeres sobrevivientes de violencia de género que tengan hijos con su agresor a “procurar el respeto y la sana convivencia de los menores con su progenitor”. Acciones como estas seguirían exponiendo a la violencia a las mujeres, a sus hijos e hijas quienes además en nuestro país no se consideran también como sobrevivientes de la violencia.
La violencia estructural empuja a la dependencia económica
El desempleo, el alto costo de la vida y la desigualdad son aspectos que influyen de gran manera en la vida de las mujeres. En la actualidad el desempleo golpea en un 10.2% a los hombres, pero a las mujeres casi al doble, con un 17.8%. Las mujeres acceden en su mayoría a los empleos peor remunerados, como el trabajo doméstico el cual es representado como una subcategoría salarial por debajo del mínimo. Vivimos en un sistema que excluye a las mujeres del ámbito laboral y nos empuja a la dependencia económica, lo cual repercute de forma directa en las posibilidades de salir de los ciclos de violencia, ya que los medios económicos son determinantes para garantizar las necesidades básicas.
Si bien la violencia hacia las mujeres nos afecta a todas, no la vivimos todas por igual, ya que las mujeres pobres terminamos recibiendo el machismo y la violencia con muchas peores condiciones para afrontarla, cumpliendo las labores domésticas y de cuido luego de la jornada laboral remunerada, donde son explotadas por los patronos, con salarios que no alcanzan para vivir.
Sumado a esto, el gobierno de Rodrigo Chaves junto con las cámaras empresariales siguen impulsando el proyecto de ley para ampliar la jornada laboral a 12 horas por 4 días, proyecto que por un lado, contrario a los argumentos que plantean como beneficios, lo que generaría es un sobrecargo de la doble jornada laboral que generalmente recae sobre las mujeres, que después de 12 horas de trabajo deben llegar a realizar el trabajo doméstico y de cuido que llega hasta 36 horas semanales o por el otro lado se seguiría sacando del mercado laboral a miles de mujeres que no lograría cumplir con esta extenuante doble jornada.
Por su parte las mujeres como parte de esta violencia estructural que sufrimos, esta violencia económica que nos general el capitalismo con el alto costo de la vida, una situación económica del país que golpea con mucha más fuerza a las mujeres, donde el gobierno prioriza el pago de la deuda por sobre las necesidades urgentes que tiene la clase trabajadora y con ella cientos de miles de mujeres, que van desde la necesidad de vivienda, tierra para vivir, servicios de salud, educación y programas de atención integral a las víctimas de violencia.
Luchar por acabar con la violencia machista y el capitalismo
El capitalismo se nutre de la opresión, de la violencia y del machismo que sufrimos las mujeres, para traducirlo en un enorme trabajo no pago que realizamos en los hogares, pero también para pagar salarios más bajos y dejarnos viviendo de las migajas del capitalismo, siendo víctimas del más cruel desempleo y la precariedad en todos los sentidos.
A pesar de que en la vida cotidiana debemos luchar con todas nuestras fuerzas contra el machismo y contra todo tipo de violencia que sufrimos las mujeres trabajadoras y pobres, debemos comprender que esa lucha no va a acabar por completo con la opresión mientras no acabemos con este sistema capitalista, que se nutre del machismo para explotarnos aún más.
Es por eso, que nuestra lucha es por organizar a toda la clase trabajadora, hombres y mujeres en la lucha contra la violencia machista en todos los espacios, pero además en la lucha por destruir el sistema capitalista que es resguardado por las leyes actuales que no son más que formas institucionalizadas de mantener la opresión y explotación contra la mayoría de la población. Para esto es necesario una revolución socialista, que acabe con este sistema.
Volvamos a las calles para detener el avance de la violencia
Este 25 N, debemos retomar las calles para combatir la violencia que sufrimos las mujeres, debemos marchar en denuncia de los femicidios que no paran, de la violencia física y sexual de la que somos víctimas las mujeres todos los días, pero además contra la violencia económica y estructural del sistema capitalista.
En esta ocasión hay que aprovechar la movilización del 25 N para repudiar la situación de las trabajadoras de la cadena de tiendas SYR, que fueron brutalmente golpeadas en su centro de trabajo tras ser acusadas de una pérdida de dinero de la tienda, lo cual evidencia que la violencia contra las mujeres es llevada al extremo por parte de las patronales.
Debemos continuar en las calles exigiendo el respeto de nuestros derechos, contra la impunidad ante los hechos de violencia machista y contra toda opresión; es por esto que, desde Lucha Mujer y el Partido de los Trabajadores, exigimos:
¡Declaratoria de emergencia ante la violencia machista!
¡Cárcel a los patrones agresores!
¡Contra el proyecto de ley 23.421 que expone a mujeres y niñez a la violencia!