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Quince años luchando por la unión del conjunto de la clase trabajadora

Como parte de la serie de artículos relacionados con el aniversario de los 15 años del Partido de los Trabajadores, creemos necesario hacer un breve análisis de los problemas de discriminación, abuso y explotación que sufren múltiples sectores de la sociedad y la clase trabajadora y por ende la necesidad de mantener la construcción de una organización política como la nuestra, la cual plantea que solo en el socialismo se podrán derribar todos estos muros de división y segregación que se sufren hoy debido al capitalismo.

Sabemos claramente que una de las estrategias más importantes del sistema capitalista es la necesidad de dividir y separar a toda costa la clase trabajadora para que esta se debilite y por ende no pueda combatir la explotación sistemática que sufre el sector. Al incitar el enfrentamiento entre hombres contra mujeres, blancos contra negros, heterosexuales contra la población sexualmente diversa, etc… desvía la atención de quien es el verdadero enemigo, permitiendo de esa manera un avance en el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población de los países y el mundo.

Podemos ver que al hablar de discriminación y desventajas por pertenecer a algunos sectores como: mujeres, población LGBTI, migrantes, negros, poblaciones originarias, etc, se abarcan problemas de tipo muy diverso y no necesariamente tiene que ver con la clase a la que se pertenece, ya que dichas personas no tienen una ubicación común en la producción, sino que aparecen en toda la pirámide social. La relación entre la persona o entidad que domina, abusa y oprime y la persona o entidad que sufre dicho abuso, tiene un contenido más social y cultural y es totalmente distinta de la de explotador y explotado, que es una relación económica que nos divide en clases (trabajadores y burgueses). Por ejemplo, las mujeres, aunque sean dueñas de algún medio de producción (burguesas) igualmente son oprimidas, aunque con consecuencias muy diferentes, pero de manera semejante a como también lo sufre una trabajadora en una fábrica.

Ahora bien, podemos definir la opresión como el aprovechamiento de desigualdades para poner en desventaja y someter a un grupo social, con base en diferencias raciales, sexuales, nacionales o de otro tipo, que produce una situación de disparidad de derechos, de discriminación social, cultural y eventualmente económica.

A través de la historia los explotadores han utilizado las desigualdades que encontraron a su paso y han impuesto otras nuevas, para aumentar así sus ganancias y privilegios. Esta codicia es el motor que propicia la existencia y el mantenimiento de distintas formas de opresión, dado que permiten la sobreexplotación de estas personas. Este aprovechamiento llega a su máxima expresión con el imperialismo, que se basa en la explotación de países enteros, como lo hace Estados Unidos con los países de Latinoamérica.

De la misma forma, aterrizándolo a nuestro entorno inmediato, tomemos como ejemplo el caso del sector migrante, principalmente nicaragüense, quienes regularmente son marginados y segregados por cuestiones nacionalistas y xenófobas, lo cual es aprovechado por los gobiernos y el aval de un importante sector de la población para recrudecer las políticas migratorias y que existan menos posibilidades para su regularización, promoviendo que las relaciones laborales entre los grandes empresarios y estos trabajadores sean ilegales, al obligarlos a aceptar situaciones inhumanas con tal de llevar sustento a sus familias. Y en la situación actual con la pandemia del COVID – 19 son más vulnerables al contagio de la enfermedad debido a las condiciones precarizadas y de hacinamiento con que viven. De la misma manera, ese pleito entre nicas y ticos dejaría de tener sentido al entender que las políticas nefastas de los gobiernos de Alvarado y Ortega obedecen a las mismas pautas de los organismos económicos internacionales que imponen sobre toda la región, con el fin de proteger, enriquecer y favorecer a los grandes ricos. Por lo tanto, la lucha en contra de estos es la misma, sin importar el país de origen.

Así también, las mujeres que han llevado por siglos sobre sus espaldas la crudeza de la discriminación por género y con ello la sobreexplotación, al recibir menos paga por el mismo trabajo que realiza un hombre, mayores tasas de desempleo, mayores jornadas laborales por tener a cargo las tareas domésticas y de cuido. Y con esta nueva situación de crisis sanitaria, la intensificación de todos estos factores, junto con el aumento de la violencia y los femicidios. Es así que el capitalismo, utilizando todos estos elementos de degradación de la mitad de la población, se garantiza un debilitamiento en las luchas y levantamientos en contra de ellos.

Por otro lado, la legitimación del abuso, la burla, la agresión y la segregación a la población sexualmente diversa tiene implicaciones sociales muy graves, pero que también afecta directamente la posibilidad de muchas de estas personas para adquirir un medio básico de subsistencia y si se tiene, una enorme carga discriminatoria en su ambiente laboral. Por otro lado, enormes restricciones de acceso a la salud e incluso nulas. Por esa razón, durante años el partido ha participado de los procesos y movimientos de lucha que se dieron en el país por reivindicaciones básicas para este sector y más recientemente lo relacionado con el matrimonio igualitario, pues esto lograría saldar momentáneamente el acceso a algunos derechos humanos violentados por años. Entonces, una vez más, al reducir, minimizar y excluir a este sector de la población, el capitalismo se garantiza mayor división y debilitamiento de las luchas en su contra.

Así mismo ocurre con las brechas enormes que ha provocado el racismo, donde hay un compendio histórico importante sobre las luchas que ha tenido que enfrentar la población negra y sus análogos en todas las partes del mundo, resistiendo abuso, esclavitud y marginación, como si las políticas crueles de empobrecimiento y explotación por parte de los gobiernos fueran aplicadas según el color de piel. O ese falso sentimiento de superioridad sobre las personas de los pueblos originarios, que permite minimizar y pasar por alto los constantes enfrentamientos por la protección de sus tierras y asentamientos, o la desvalorización y maltratos que sufren por una gran parte de la población. Cuando en los hechos, esas mismas políticas de agresión, destierro, desprecio y empobrecimiento son aplicadas a todo el resto del pueblo en diversas formas.

Ahora bien, si queremos definir correctamente la política revolucionaria, es claro que ni la explotación ni las distintas formas de división y ataques a todos estos sectores pueden eliminarse de un día para otro, sino que, por el contrario, se tomará un período prolongado y mientras exista el sistema económico imperialista y capitalista, todas las poblaciones oprimidas tendrán que enfrentar día con día los problemas y preocupaciones comunes a todos los explotados del mundo: el hambre, la miseria, la desocupación, la pobreza, la carencia de vivienda, poco acceso a la salud y la educación, etc…, independientemente de su sexo, color de piel, nacionalidad, orientación sexual, entre otros.

De ahí surge la necesidad de luchar todos juntos contra los patronos que explotan sin piedad y plantearse la lucha por el poder político como única forma de solucionar definitivamente sus problemas.

Por esa razón, como se indicaba al principio, se necesita una organización que centralice todos esos esfuerzos, dirija, guíe y se ponga al frente de todas estas luchas que no son exclusivas a dichos sectores, sino que le incumben a toda la clase trabajadora. Y de esta manera, tomando todas las banderas que nos aquejan, oprimen y subyugan, se podrá unificar y fortalecer el brazo de los trabajadores en esta contienda anticapitalista que reúne todas las necesidades en su conjunto sin ningún tipo de discriminación.

La historia ha demostrado que la única forma de avanzar en la obtención de más derechos y mejores condiciones de vida es a través de la organización y esto es necesario en la batalla para avanzar por más conquistas inmediatas, pero al mismo tiempo sabiendo que todas aquellas salidas propuestas dentro del capitalismo son sólo reformas que a la larga llegan a ser breves, insuficientes y parciales. De ahí que el Partido de los Trabajadores durante los últimos 15 años ha venido proponiendo un programa independiente de la burguesía, con independencia de clase, revolucionario e internacionalista y perfilándose como el único partido de izquierda y socialista en el país. Y en los últimos meses ante el escenario de las acciones más crueles, barbáricas y brutales que se han visto expuestas con la crisis causada por la pandemia, donde las ganancias y la economía prevalecen sobre la vida de los mismos que generan dichas riquezas, se hace inminente visibilizar y explicar pacientemente a los trabajadores la necesidad de unirse y luchar juntos como uno solo para tomar el poder y derrocar a los explotadores por medio de una revolución socialista.

Esta lucha en contra del gran capital, en contra de los organismos, países y representantes de los dueños de los medios de producción y que extienden sus tentáculos para dominar a todo el mundo, debe ser el objetivo común de nuestra clase, los trabajadores del mundo.

Por eso hacemos nuestras las palabras de Trotsky: “Exponer a los oprimidos la verdad sobre la situación, es abrirles el camino a la revolución”.

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