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Centroamérica: La lucha por el aborto legal entre gobiernos autoritarios y conservadores

El 28 de setiembre se conmemora en América Latina el Día por la Despenalización del Aborto, y cada año más mujeres y personas gestantes avanzan en tomar esa fecha como una jornada de lucha y movilización mundial.

En los últimos años, la lucha por el aborto en nuestro continente ha tenido altos y bajos, desde los avances importantes en Argentina y Colombia, hasta los retrocesos en los Estados Unidos donde la Corte avanza en retroceder con el derecho al aborto en varios estados de este país, lo que afectaría directamente a millones de mujeres centroamericanas que serán perseguidas por abortar y por ser migrantes. 

Lo mismo ocurrió recientemente en Chile, cuando la derecha organizó una enorme campaña contra el derecho al aborto que se había incluido en la propuesta de nueva constitución, llevando el discurso de odio contra ese derecho en medio de la disputa política del plebiscito. 

 En Centroamérica la lucha por el aborto es una necesidad muy grande para millones de mujeres que no tienen acceso a las condiciones de salud sexual y reproductivas básicas, mientras los gobiernos y sectores conservadores apuestan a controlar cada vez más sus cuerpos y voluntades.

Esa necesidad está centrada en los millones de mujeres y personas gestantes pobres y oprimidas, quienes el Capitalismo les da nulas oportunidades para acceder a educación sexual adecuada, métodos de anticoncepción ordinarios y de emergencia, son quienes están en mayor riesgo de violencia sexual y de las redes de trata que la migración forzada impregnada en la región.

La legislación que criminaliza el aborto no significa que éstos desaparezcan

Tres de los 5 países del continente americano que tienen prohibición absoluta del aborto y su persecución en el Código Penal están en Centroamérica, de los cuales Nicaragua, Honduras y El Salvador son de los países que tienen penas más altas por abortos.

Los demás países no tienen una realidad muy distinta, en Costa Rica, Guatemala y Panamá únicamente se respeta el aborto en caso de peligro de muerte de la madre, pero quienes intentan ejercer ese tipo de aborto se topan con sistemas de salud que no les responden de manera adecuada.

La persecución por parte de los distintos estados no tiene como resultado la disminución de los abortos en la región, según datos publicados antes de la pandemia del Covid 19 en Centroamérica hubo entre 2015 y 2019 en promedio 5,390,000 embarazos al año, de los cuales 2,880,000 no fueron planeados y 1,320,000 terminaron en aborto[1], dato que va en aumento ya que para el año 2008 en la Revista Centroamericana de Obstetricia y Ginecología[2] se publicaba un dato que calculaba en 1 000 000 la cantidad de abortos anuales en la región.

Esa situación se ha vuelto muchísimo más dramática desde el inicio de la pandemia del Covid 19, que metió a todos los países de la región en una enorme crisis económica, teniendo como uno de sus principales efectos la destrucción de centenares de miles de empleos que estaban en manos de mujeres, lo que las lanzó a la pobreza extrema y a la violencia en sus hogares.

La crisis económica actual también significó un enorme desfinanciamiento de los programas de asistencia social y del sistema de salud de los distintos países, lo cual también contribuye a dejar a las personas en un mayor grado de vulnerabilidad. En ese marco tanto la pandemia como la crisis económica provoca que este desfinanciamiento de los sistemas de salud se vean afectadas las mujeres, donde el acceso a los métodos anticonceptivos y la atención a la salud sexual y reproductiva se vieron aún más limitada.

Lo mismo ocurre con las enormes oleadas de mujeres migrantes, que se enfrentan con situaciones de violencia sexual en su recorrido por las diferentes fronteras, incrementado por las redes de coyotes y trata de migrantes. Esas mujeres provenientes de África, Haití, Venezuela, Cuba entre otros, se topan legislaciones y sistemas de salud que las obligan a gestar embarazos producto de las agresiones que sufren en sus recorridos.

Aumento de autoritarismo y conservadurismo en la región coloca la lucha en un momento difícil

En la actualidad en la región de conjunto se están presentado una serie de gobiernos con rasgos autoritaritos que colocan la lucha por los derechos de las mujeres en general en una situación mucho más difícil.

Además de las legislaciones que persiguen de manera brutal a las mujeres que abortan, el propio carácter represivo de los gobiernos de la región marca un momento muy difícil para la lucha por el aborto y demás derechos democráticos en el área.

El carácter represivo de gobiernos como el de Nicaragua que tan solo desde el año 2018 después de la insurrección popular, ha encarcelado y expulsado del país a cientos de miles de personas producto de la persecución y la represión política. El Frente Sandinista ha formado un acuerdo nacional “provida” con diversos grupos religiosos y conservadores, incluso después de participar en la eliminación del aborto terapéutico en 2006, que había sido legal por más de 100 años en ese país.

Algo parecido pasa en El Salvador, cuando el gobierno de Bukele ha encarcelado a más de 40 mil personas en lo que va del año, bajo un estado de excepción que persigue a hombres y mujeres jóvenes en los barrios obreros con la excusa de su guerra contra las Maras, pero que además ha colocado a las fuerzas armadas en un lugar privilegiado, poniendo en un momento muy complicado a las organizaciones del movimiento social y de las mujeres.

Pero esos regímenes con un marcado tinte autoritario, y otros de menor intensidad como el de Rodrigo Chaves en Costa Rica, el de Cortizo en Panamá o el de Giammattei en Guatemala, tienen en común que tienen un fuerte ligamen con sectores conservadores ligados a las iglesias, y en especial las iglesias neopendecontales que buscan imponer sus agendas contra el aborto en el marco de su incursión en la política de los países.

El ejemplo de la actitud de Rodrigo Chaves de buscar revisar la norma técnica que permite el aborto terapéutico en Costa Rica es ejemplo de eso, ya que a menos de un año de puesta en vigencia esa norma para implementar el aborto en caso de peligro de muerte de la madre, el gobierno busca eliminarla en medio de los acuerdos políticos con el partido Nueva República en el congreso.  A pesar de eso las mujeres siguen resistiendo y contestan con una campaña de recolección de firmas para impulsar un proyecto de ley por el aborto legal.

Giammattei ha profundizado sus lazos con la Fundación Heritage, reconocida por su lucha contra el aborto en Los Estados Unidos y con quien busca “afianzar los valores tradicionales y reafirmar el compromiso de impulsar políticas públicas”, eso en medio de un esfuerzo desde el gobierno para combatir las olas de migrantes, las luchas por el aborto y las alianzas que reivindican los derechos de las personas indígenas.

Por su parte el gobierno de Honduras a manos de Xiomara Castro que llegó al poder con la promesa de “empoderar a las mujeres” y de flexibilizar la prohibición absoluta del aborto en el país (proponía habilitarlo en circunstancias limitadas) y de eliminar la prohibición de uso de la píldora del día después, una vez en el gobierno no ha tomado el tema de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en su agenda.

Esa realidad desnuda el carácter hipócrita de como se maneja el derecho por el aborto en la región, donde las élites y las iglesias hacen como si no existieran los abortos en la realidad, pero lo cierto es que mientras las mujeres pobres son perseguidas y criminalizadas por abortar, las mujeres ricas aceden a ese derecho en clínicas privadas locales o viajando al extranjero donde si es legal, lo mismo pasa cuando los jefes de las redes de trata promueven los abortos para que las victimas puedan seguir laborando.

La salida socialista: única garantía para conquistar el derecho al aborto de manera general, efectiva y permanente

A pesar de que la situación de la lucha por el aborto legal en la región es realmente complicada por la situación de los gobiernos y las legislaciones de los distintos países, lo cierto es que las mujeres no han parado de luchar por mejorar sus condiciones, por crear redes de apoyo y solidaridad en los barrios, universidades y centros de trabajo.

La lucha por resistir ante los ataques a los derechos ya conquistados y por lograr avances que aún no se tienen sigue estando presente en la región. Se hace aún más urgente continuar luchando por el acceso al aborto legal, seguro y gratuito, acompañado por una educación sexual científica y alejada de prejuicios conservadores, que se brinde en centros de salud y escuelas, y acceso seguro y gratuito a métodos anticonceptivos y de emergencia para todas las personas.

Pero a pesar de esa lucha inmediata y urgente, se debe tener claro que la clase capitalista en el poder demuestra que no tiene la capacidad de garantizar las cuestiones mínimas a la clase trabajadora, así como millones de personas están sin empleo o precarizadas, sin acceso a vivienda digna o a un sistema de educación pública y de calidad, tampoco se garantizan el acceso a salud pública de calidad y mucho menos a los derechos sexuales y reproductivos para las mujeres, ni la posibilidad de decidir sobre la gestación de embarazos se han garantizado para toda la población o se van a garantizar dentro del capitalismo.

Incluso en los países donde se dan avances en derechos como el aborto en EEUU, esos avances no nos brindan las condiciones mínimas para garantizar esos derechos, ni son permanentes, más bien dependen de los sectores de la burguesía que gobiernan y que tanto usan los derechos de las mujeres y otros sectores oprimidos para negociar las cuotas de poder e imponer sus ideologías.

Es por eso que la lucha por los plenos derechos sexuales y reproductivos, está estrechamente vinculada a la lucha frontal contra el capitalismo, que no nos garantiza una vida digna a la clase obrera y nos explota y oprime todos los días. Por eso es central que esta lucha por el aborto legal, seguro y gratuito no sea una lucha que le corresponda únicamente a las mujeres, si no que es urgente que la clase obrera tome como suyas esas banderas, con las mujeres al frente de los distintos procesos, pero acompañadas en las calles por el conjunto de la clase obrera y sus métodos de lucha.    

Este 28 de setiembre, seguimos levantando la lucha por una sociedad socialista, lograda a partir de la destrucción revolucionaria del Estado capitalista, construyendo un gobierno obrero que elimine el sistema de explotación actual como única base sólida para imponer medidas que eliminen la opresión sobre los cuerpos de las mujeres y la conquista de verdaderas libertades para todos los seres humanos.

Por eso en Centroamérica seguimos construyendo partidos socialistas y revolucionarios de la mano con la Liga Internacional de los Trabajadores, que sirva como herramienta política para organizar a la clase obrera y demás sectores oprimidos en la lucha por el socialismo.

Partido de los Trabajadores-Costa Rica

Liga Internacional de los Trabajadores


[1] https://bit.ly/3AS2LuO

[2] https://bit.ly/3esAoeY

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